¿Hasta dónde podemos llegar con un acercamiento a la dedicación, contenido, sin caer en descalificaciones? ¿Hasta dónde las omisiones son una manera de descalificar? Pero también, pudiéramos decir, ignorancia. Riesgo de toda investigación.
El teatro mexicano en el Siglo XX pasó por varias etapas; desde la tradición carpera, de la cual se nutrió el cine. La opera y la zarzuela, en donde la simbiosis cultural dio pauta a la revista entre el albur y la crítica política. Momento de estructuras de análisis social, de posiciones, de doctrinas sociales, de cuestionar un sistema político, de las consignas sociales.
Vendrá otro momento posterior a la Revolución, autores con una visión obrera, de crítica a la descomposición urbana, autores cuya obra se desarrolla en el cine.
Luego vendrá la etapa universitaria. La participación de la UNAM. El surgimiento de una clase media, de los pequeños foros, de propuestas en donde, la actividad teatral cambió rumbo. Momentos de actividad constante. Apenas era medio siglo y ya el teatro en México buscaba identidad.
Diferentes posiciones. Diversas posturas. Unos a la búsqueda del buen gusto, otros en la exaltación, digamos, la romantización de los desposeídos, los más, en el nacionalismo extremo; casi todo, avalado por el cine.
Las posiciones teóricas fueron mínimas. La participación en los diarios, abundantes. Buen tiempo para la sección cultural, la tradición de los periódicos del XIX seguía vigente.
El primer acercamiento a esta mitad tenía que ser con miras sociológicas. Más que el método histórico. O más aún, una mezcla entre lo histórico social, sin caer en lo hibrido.
La historia del arte mexicano necesita un método específico. Primero, por su dependencia en lo político. Aún no se genera una economía directa. Depende en gran medida de los vaivenes entre la esfera política.
Esto también genera cierta incertidumbre para los gustos del público. El problema, aún vigente, no radicó en la discusión estilística, estética, temática, sino en la imposición del supuesto buen gusto a partir de una educación idealista y euro céntrica.
La segunda mitad del siglo trajo, por una parte, la participación teórica, el cuestionamiento, la propuesta. Pero sobre todo, público con gustos diferentes por lo cual se dividió, ya no se podía hablar del público del (para) el teatro, sino de los públicos.
Método, encanto, desencanto. Era entonces necesario, es urgente, revisar el trabajo de toda la familia, pero, además, la directriz educativa ¿Qué se espera de todo una normatividad académica en el siglo de las especialidades? Si bien, en esa primera mitad del Siglo la practica era la mejor escuela, con la aparición de la Academia las posibilidades aumentaban ¿Se iba a estudiar teatro o sólo actuación?
El método, el camino al estudio del fenómeno escénico abría todo un mosaico de posibilidades. Filosofía, estética, psicología, mercadotecnia, sociología, historia. Ya lo decía, otro método que contenga ese todo sin violentar resultados, ofreciendo espacio a quien ha dedicado su vida a los escenarios, tanto en la actuación como en la investigación. Ya lo decía, un mosaico de posibilidades.
El teatro mexicano en el Siglo XX pasó por varias etapas; desde la tradición carpera, de la cual se nutrió el cine. La opera y la zarzuela, en donde la simbiosis cultural dio pauta a la revista entre el albur y la crítica política. Momento de estructuras de análisis social, de posiciones, de doctrinas sociales, de cuestionar un sistema político, de las consignas sociales.
Vendrá otro momento posterior a la Revolución, autores con una visión obrera, de crítica a la descomposición urbana, autores cuya obra se desarrolla en el cine.
Luego vendrá la etapa universitaria. La participación de la UNAM. El surgimiento de una clase media, de los pequeños foros, de propuestas en donde, la actividad teatral cambió rumbo. Momentos de actividad constante. Apenas era medio siglo y ya el teatro en México buscaba identidad.
Diferentes posiciones. Diversas posturas. Unos a la búsqueda del buen gusto, otros en la exaltación, digamos, la romantización de los desposeídos, los más, en el nacionalismo extremo; casi todo, avalado por el cine.
Las posiciones teóricas fueron mínimas. La participación en los diarios, abundantes. Buen tiempo para la sección cultural, la tradición de los periódicos del XIX seguía vigente.
El primer acercamiento a esta mitad tenía que ser con miras sociológicas. Más que el método histórico. O más aún, una mezcla entre lo histórico social, sin caer en lo hibrido.
La historia del arte mexicano necesita un método específico. Primero, por su dependencia en lo político. Aún no se genera una economía directa. Depende en gran medida de los vaivenes entre la esfera política.
Esto también genera cierta incertidumbre para los gustos del público. El problema, aún vigente, no radicó en la discusión estilística, estética, temática, sino en la imposición del supuesto buen gusto a partir de una educación idealista y euro céntrica.
La segunda mitad del siglo trajo, por una parte, la participación teórica, el cuestionamiento, la propuesta. Pero sobre todo, público con gustos diferentes por lo cual se dividió, ya no se podía hablar del público del (para) el teatro, sino de los públicos.
Método, encanto, desencanto. Era entonces necesario, es urgente, revisar el trabajo de toda la familia, pero, además, la directriz educativa ¿Qué se espera de todo una normatividad académica en el siglo de las especialidades? Si bien, en esa primera mitad del Siglo la practica era la mejor escuela, con la aparición de la Academia las posibilidades aumentaban ¿Se iba a estudiar teatro o sólo actuación?
El método, el camino al estudio del fenómeno escénico abría todo un mosaico de posibilidades. Filosofía, estética, psicología, mercadotecnia, sociología, historia. Ya lo decía, otro método que contenga ese todo sin violentar resultados, ofreciendo espacio a quien ha dedicado su vida a los escenarios, tanto en la actuación como en la investigación. Ya lo decía, un mosaico de posibilidades.
Dramaturgo, escritor, director, actor y docente.
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Autor de numerosos libros de poesía, teatro, narrativa y ensayo.
Comentarios
Publicar un comentario