Decía mi abuela que cuando desconoces quién eres, qué quieres, inventas una máscara. Y ésta va a responder a la necesidad, alcance, situación emocional, social, económica.
Son estructuras mentales tomadas como formas de vida, algunas ocasiones pasajeras, otras por siempre. Determinantes. Alguna vez tan interna, tan profunda.
Fallas educativas, nos explican los pedagogos humanistas, en donde el memorismo niega la conciencia. Educación Bancaria la llamo Paulo Freire, la educación para acumular.
En este orden de ideas la educación pocas veces funciona para humanizar, la sensibilidad no necesariamente es el resultado cuando los nombres visten. En ocasiones es una idea falsa de entrar a una aristocracia.
La disyuntiva aparece de nuevo: Educar para el arte o educar por el arte. Pero ahí no para. La educación para el arte requiere de una especialización ¿A dónde se quiere llegar?
Las escuelas de alto rendimiento sostienen una directriz, la cual no puede cambiar el rumbo. Ahí no se puede cuestionar si estudiarás teatro o sólo actuación. Son escuelas de actuación en dónde, sus egresados, tendrán la capacitación suficiente para sostener una obra, en cualquiera de sus aspectos técnicos.
Una escuela de alto rendimiento no es una escuela humanística; es una escuela de capacitación. Va a depender de ¿Qué quiero? Para saber dónde entrar.
Las posibilidades de empleo son mayores sin discusión. Jamás se cuestionarán las corrientes del pensamiento y, eso, traerá beneficios para el desempeño inmediato de la puesta en escena.
Ese desempeño inmediato traerá, además, un ahorro de tiempo en el montaje; sin mencionar la posibilidad de los apoyos gubernamentales, becas, disponibilidad de espacios, aparición en las redes sociales.
Escoger entre una escuela y otra. Entre la directriz de los estudios a realizar y la disposición en el área social no va a depender de la institución educativa sino de quien, en la mejor las necesidades, ejerza esos conocimientos.
Desde el barroco ya se decía: Lo que natura non da Salamanca non pone. Y ahí está la situación emocional de quien dispone de dicha certificación. Los nombres visten. Ni duda cabe.
Y ahí lo tenemos, porque los nombres visten.
Son estructuras mentales tomadas como formas de vida, algunas ocasiones pasajeras, otras por siempre. Determinantes. Alguna vez tan interna, tan profunda.
Fallas educativas, nos explican los pedagogos humanistas, en donde el memorismo niega la conciencia. Educación Bancaria la llamo Paulo Freire, la educación para acumular.
En este orden de ideas la educación pocas veces funciona para humanizar, la sensibilidad no necesariamente es el resultado cuando los nombres visten. En ocasiones es una idea falsa de entrar a una aristocracia.
La disyuntiva aparece de nuevo: Educar para el arte o educar por el arte. Pero ahí no para. La educación para el arte requiere de una especialización ¿A dónde se quiere llegar?
Las escuelas de alto rendimiento sostienen una directriz, la cual no puede cambiar el rumbo. Ahí no se puede cuestionar si estudiarás teatro o sólo actuación. Son escuelas de actuación en dónde, sus egresados, tendrán la capacitación suficiente para sostener una obra, en cualquiera de sus aspectos técnicos.
Una escuela de alto rendimiento no es una escuela humanística; es una escuela de capacitación. Va a depender de ¿Qué quiero? Para saber dónde entrar.
Las posibilidades de empleo son mayores sin discusión. Jamás se cuestionarán las corrientes del pensamiento y, eso, traerá beneficios para el desempeño inmediato de la puesta en escena.
Ese desempeño inmediato traerá, además, un ahorro de tiempo en el montaje; sin mencionar la posibilidad de los apoyos gubernamentales, becas, disponibilidad de espacios, aparición en las redes sociales.
Escoger entre una escuela y otra. Entre la directriz de los estudios a realizar y la disposición en el área social no va a depender de la institución educativa sino de quien, en la mejor las necesidades, ejerza esos conocimientos.
Desde el barroco ya se decía: Lo que natura non da Salamanca non pone. Y ahí está la situación emocional de quien dispone de dicha certificación. Los nombres visten. Ni duda cabe.
Y ahí lo tenemos, porque los nombres visten.
Dramaturgo, escritor, director, actor y docente.
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Autor de numerosos libros de poesía, teatro, narrativa y ensayo.
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