Por José Ruiz Mercado
Es posible. Falla educativa o rol de clase. Emilio Carballido comentaba a este respecto que todo era un conflicto de identidad. Todo puede ser posible incluyendo aquel verso del periodo Beats: He visto morir los mejores cerebros en la Universidad.
El teatro en México, por muchos años se ha mantenido dependiente, con público, si, la burguesía criolla lo nutre. La opereta y la zarzuela, los autores recreando la obra de los europeos va a dar pauta, por un lado, a la revista, y por otro, a los inicios del cine mexicano.
En los inicios del Siglo XX la participación de las Compañías de Opereta y Zarzuela marcaron los rumbos de la escena nacional. Obras como Pobre Butterfly, entre otras, fueron sin duda la dicha para esa burguesía porfirista,
En la ciudad de Guadalajara, la Compañía Mendoza López tenía su sede en el Teatro Principal, el cual se encontraba en la esquina de lo que hoy es la Avenida Juárez y Molina, precisamente en lo que hoy es un Hotel.
Los Mendoza López, una Compañía familiar, como muchas que se dieron en aquellos tiempos. La unidad familiar, la actividad compartida, libreto y música a cargo de los hermanos, y la actuación por los demás integrantes de la familia.
Por supuesto, la anécdota de familia. Margarita Mendoza López escribió de su nacimiento en una de las funciones. Margarita nació en el escenario. A los años, sostuvo una columna en Excelsior, fue parte del CITRU, con su experiencia dio una investigación que a la fecha es una obra citada. Teatro Mexicano del Siglo XX.
Con todo esto, con la ausencia de la investigación en el teatro. Cuando las escuelas humanistas compiten con las especializadas, cuando los talleres de actuación sustituyen a lo que debiera ser territorio de análisis y secuencia de nuevos lenguajes (¿Podemos hablar de identidad?)
Las políticas públicas para la generación de públicos es uno de los aspectos más complejos para la difusión de la cultura teatral. Se piensa en una entidad abstracta. En el mejor de los casos, este, el público, se vuelve abstracción homogénea sin identidad propia. Los niños, los jóvenes, o bien, el teatro universitario, el amateur, el comercial.
Cuando se hace mención del teatro joven se mezcla con lo hecho por universitarios. Así, vemos Shakespeare, Camus, Ionesco y otros autores vistos en las aulas como parte del estudio curricular. Fuera del D F, con la cartelera de los más montados, los éxitos de taquilla; esquemas, la mayoría de las veces, copias idénticas de las propuestas escénicas.
Pocas veces se mencionan los autores mexicanos, salvo cuando, por circunstancias miméticas las salas del centro del país sostienen una obra. Así se escuchan los nombres de Luis Mario Moncada, Bertha Hiriart y algunos otros. De los locales, a pesar de contar con una nómina alta, sólo se ven por amistad. Eso ocurre también con autores de otros estados fuera del circuito. Las salas independientes manejan el mismo esquema. Si nos vamos a las obras montadas en los municipios el asunto se vuelve más caótico. Son los clásicos ó los éxitos de la Capital del Estado: El reciclaje.
El eurocentrismo escolar, fruto del positivismo ideológico, desde el Siglo XIX sustentado por el porfirismo para legitimar una clase social hasta la fecha, ha detenido el proceso del teatro en México. Lo ha convertido en un producto esquemático, trivial; digno para el consumo, propio para el capital social. El neoliberalismo económico produce ideologías. Lo grandioso del teatro ocurre cuando pone en duda toda una sociedad; éste, nació, desde sus inicios, de la necesidad humana de sobrevivir.
La gran mayoría de los estudiosos del teatro coinciden en esto, salvo los críticos universitarios, quienes enarbolan la bandera del universalismo negando de entrada la posibilidad de un teatro nacional.
Dramaturgo, escritor, director, actor y docente.
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Autor de numerosos libros de poesía, teatro, narrativa y ensayo.
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