Por José Ruiz Mercado
El usuario de las redes sociales desperdicia la capacidad de éstas para informar. La democratización la convierten en falacia. Estudiarlas para entender sus procesos, necesidades, nivel educativo real, y, hasta la patología, ya debería pasar a ser una categoría escolar.
La función de las redes sociales en la sociedad del conocimiento tiene una responsabilidad en la difusión y promoción del arte. El problema radica en quien y como se utiliza.
Una fotografía deja de ser individual cuando se convierte en documento. Así, un programa de mano o la vista de un montaje dejan de ser recuerdos para transformarse en parte de una historia colectiva.
Para el historiador acucioso estos documentos se vuelven oro. Pero también para el psicólogo social, para el politólogo. Verdaderas joyas electrónicas. Y qué decir para el pedagogo. Todo un manjar.
Por medio de esta información nos podemos enterar de la tipología de los montajes, de lo ofertado por los grupos. De la historia de vida de los autores; de su visión del mundo. En una entrevista a Esperanza Gama, pintora egresada de la Universidad de Guadalajara, radicada en Chicago, comentó: Mi página personal no tiene sólo mi trabajo, porque mi trabajo es mi vida.
Ver la página de Tomás Urtusastegui, la de Miguel Ángel Tenorio, la de Ricardo Pérez Quitt, la de Roberto Vázquez Montoya, son tan diferentes como diferente es su trabajo. Hacer un seguimiento de sus páginas, así, realizar un estudio de vida parcial para un análisis profundo de su obra.
Algunos prefieren la contraparte. Jamás entrarán a una página. Otra visión del mundo, otra perspectiva de trabajo. Hay quienes trabajan en la soledad de su estudio, pero también quien lleva su libreta de apuntes al café para pequeñas viñetas al llegar a casa. Otros traen su grabadora. Carlos Fuentes se hacía acompañar de una. En alguna ocasión me lo encontré a la hora del desayuno en Los Azulejos. Otros, niegan la fortaleza del ordenador electrónico, al grado de preferir la máquina de escribir. Decía Vicente Leñero que eso era para quienes no sabían escribir, para los escribidores.
Una página con cualidades históricas sin duda es la de Jesús Hernández, quien comparte el archivo de Consuelo Pruneda; verdaderas joyas del teatro local. Documentos que nos permiten enterarnos del acontecer próximo pasado de la escena. Material idóneo para el estudio/ análisis de quienes le dieron vida, pero, además, materia obligatoria para quienes ejercen actualmente la administración pública.
Las páginas de las redes sociales nos abren la visión de los públicos. La necesidad de medir los gustos, la materia visual para la difusión y promoción de las puestas en escena, pero además un acercamiento al lenguaje en la creación de personajes. Una página con estas cualidades la hace Teatro Bárbaro, dirigido por Luis Bizarro, en Chihuahua.
Cuando se hizo viral Las Muertas de Juárez atrajo la vista a esa ciudad fronteriza, sin embargo, en números fríos, el Estado de México tenía una mayor cantidad de crímenes de odio hacia la mujer. Las estadísticas hoy día han cambiado geográficamente.
Los artistas juarenses hicieron eco al problema, los ojos del mundo estuvieron atentos, si bien no se erradicó, el problema bajó considerablemente. Su gente sabía bien donde pisaba.
El usuario de las redes sociales desperdicia la capacidad de éstas para informar. La democratización la convierten en falacia. Estudiarlas para entender sus procesos, necesidades, nivel educativo real, y, hasta la patología, ya debería pasar a ser una categoría escolar.
La función de las redes sociales en la sociedad del conocimiento tiene una responsabilidad en la difusión y promoción del arte. El problema radica en quien y como se utiliza.
Una fotografía deja de ser individual cuando se convierte en documento. Así, un programa de mano o la vista de un montaje dejan de ser recuerdos para transformarse en parte de una historia colectiva.
Para el historiador acucioso estos documentos se vuelven oro. Pero también para el psicólogo social, para el politólogo. Verdaderas joyas electrónicas. Y qué decir para el pedagogo. Todo un manjar.
Por medio de esta información nos podemos enterar de la tipología de los montajes, de lo ofertado por los grupos. De la historia de vida de los autores; de su visión del mundo. En una entrevista a Esperanza Gama, pintora egresada de la Universidad de Guadalajara, radicada en Chicago, comentó: Mi página personal no tiene sólo mi trabajo, porque mi trabajo es mi vida.
Ver la página de Tomás Urtusastegui, la de Miguel Ángel Tenorio, la de Ricardo Pérez Quitt, la de Roberto Vázquez Montoya, son tan diferentes como diferente es su trabajo. Hacer un seguimiento de sus páginas, así, realizar un estudio de vida parcial para un análisis profundo de su obra.
Algunos prefieren la contraparte. Jamás entrarán a una página. Otra visión del mundo, otra perspectiva de trabajo. Hay quienes trabajan en la soledad de su estudio, pero también quien lleva su libreta de apuntes al café para pequeñas viñetas al llegar a casa. Otros traen su grabadora. Carlos Fuentes se hacía acompañar de una. En alguna ocasión me lo encontré a la hora del desayuno en Los Azulejos. Otros, niegan la fortaleza del ordenador electrónico, al grado de preferir la máquina de escribir. Decía Vicente Leñero que eso era para quienes no sabían escribir, para los escribidores.
Una página con cualidades históricas sin duda es la de Jesús Hernández, quien comparte el archivo de Consuelo Pruneda; verdaderas joyas del teatro local. Documentos que nos permiten enterarnos del acontecer próximo pasado de la escena. Material idóneo para el estudio/ análisis de quienes le dieron vida, pero, además, materia obligatoria para quienes ejercen actualmente la administración pública.
Las páginas de las redes sociales nos abren la visión de los públicos. La necesidad de medir los gustos, la materia visual para la difusión y promoción de las puestas en escena, pero además un acercamiento al lenguaje en la creación de personajes. Una página con estas cualidades la hace Teatro Bárbaro, dirigido por Luis Bizarro, en Chihuahua.
Cuando se hizo viral Las Muertas de Juárez atrajo la vista a esa ciudad fronteriza, sin embargo, en números fríos, el Estado de México tenía una mayor cantidad de crímenes de odio hacia la mujer. Las estadísticas hoy día han cambiado geográficamente.
Los artistas juarenses hicieron eco al problema, los ojos del mundo estuvieron atentos, si bien no se erradicó, el problema bajó considerablemente. Su gente sabía bien donde pisaba.
Dramaturgo, escritor, director, actor y docente.
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Autor de numerosos libros de poesía, teatro, narrativa y ensayo.
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