Por José Ruiz Mercado
Y sí, ya es tiempo de ver a nuestro interior. A ese observar el universo interno, a nuestra memoria ancestral, a nuestra profundidad, aquello distintivo del otro, a sacar nuestra particularidad. Somos individuos en la medida que conocemos del otro.
Éste conocimiento nos permite entrar a lo humano. Cuando nos cerramos nos negamos. La sensibilidad al arte no es suficiente ¿Cuántas gentes jamás han leído un libro, asistido a un concierto, a una obra de teatro o de danza?
Mis gatos son sensibles a la música. Cuando escuchan una música no agradable para ellos, se enojan. A mi gata, le disgusta la música banda, le encanta Mahler. Los otros no tienen autor predilecto, pero también se molestan con la banda.
Entonces la humanización no radica en la sensibilidad, ellos jamás harán música, lo sé, pero saben apreciarla. Su problema radica en ponerse agresivos cuando su espacio territorial es utilizado por otro gato. Determinan su frontera.
Los estudios del estructuralismo nos llevan al estudio del entorno, al análisis de las estructuras sensibles para la formalización de los significados, de saberse inmerso en una cultura como eje del devenir histórico.
Sartre persigue el conocimiento de la realidad a través de la experiencia, de ahí su libertad; el libre albedrío radica en la capacidad de negarse, de elegir comportarse como un ser inerte, a cosificarse. De ahí la diferencia entre ser gente y ser persona. La primera pierde la conciencia colectiva para creer ser individuo, lo segundo, al reconocer al otro, se convierte en único en lo colectivo (la epistemología genética enunciada por Jean Piaget).
En Dialogo Entre el Enterrador y un Zapatero, de Felipe Reyes Palacios vemos este concepto. El Zapatero sabe de sí cuando se entera de su existir en el mundo; ese teatro Dionisiaco del cual nos menciona en su libro. Teoría y obra van de la mano ¿Quién dijo que el ensayo no es obra de creación?
Los autores cuya obra va por este tenor tienen la convicción de este viaje a las entrañas del cosmos, a los estudios de la existencia humana. Convencidos de la necesidad de la identidad del otro han dirigido su obra. Cuando le permitimos a nuestro cerebro ese viaje la magia puede ir lejos. El mito del teatro según Nicolás Núñez.
El primer libro de Gabriel Weisz fue en 1977: La Máscara de Genet, editado por la UNAM; el reconocimiento de la cultura grecolatina en su ritual; después vinieron otros, tales como los Dioses de la Peste, en una coedición UNAM/ SIGLO XXI.
En el Diccionario Enciclopédico Básico de Teatro Mexicano Siglo XX, publicado en la Colección Escenología, por Edgar Ceballos, nos habla de su participación con Nicolás Núñez en el Seminario de Estudios Etnodramáticos en 1982. Las líneas de investigación de Gabriel son la etnología, en su interés por el chamanismo, la politología, la literatura comparada y el post estructuralismo.
La falla de la educación actual radica en el culto al Deux Machina, en la falla de olvidarnos del respeto al otro, la competencia. En la minimización. Por eso pensamos en un teatro único, jamás en su diversidad.
Y sí, ya es tiempo de ver a nuestro interior. A ese observar el universo interno, a nuestra memoria ancestral, a nuestra profundidad, aquello distintivo del otro, a sacar nuestra particularidad. Somos individuos en la medida que conocemos del otro.
Éste conocimiento nos permite entrar a lo humano. Cuando nos cerramos nos negamos. La sensibilidad al arte no es suficiente ¿Cuántas gentes jamás han leído un libro, asistido a un concierto, a una obra de teatro o de danza?
Mis gatos son sensibles a la música. Cuando escuchan una música no agradable para ellos, se enojan. A mi gata, le disgusta la música banda, le encanta Mahler. Los otros no tienen autor predilecto, pero también se molestan con la banda.
Entonces la humanización no radica en la sensibilidad, ellos jamás harán música, lo sé, pero saben apreciarla. Su problema radica en ponerse agresivos cuando su espacio territorial es utilizado por otro gato. Determinan su frontera.
Los estudios del estructuralismo nos llevan al estudio del entorno, al análisis de las estructuras sensibles para la formalización de los significados, de saberse inmerso en una cultura como eje del devenir histórico.
Sartre persigue el conocimiento de la realidad a través de la experiencia, de ahí su libertad; el libre albedrío radica en la capacidad de negarse, de elegir comportarse como un ser inerte, a cosificarse. De ahí la diferencia entre ser gente y ser persona. La primera pierde la conciencia colectiva para creer ser individuo, lo segundo, al reconocer al otro, se convierte en único en lo colectivo (la epistemología genética enunciada por Jean Piaget).
En Dialogo Entre el Enterrador y un Zapatero, de Felipe Reyes Palacios vemos este concepto. El Zapatero sabe de sí cuando se entera de su existir en el mundo; ese teatro Dionisiaco del cual nos menciona en su libro. Teoría y obra van de la mano ¿Quién dijo que el ensayo no es obra de creación?
Los autores cuya obra va por este tenor tienen la convicción de este viaje a las entrañas del cosmos, a los estudios de la existencia humana. Convencidos de la necesidad de la identidad del otro han dirigido su obra. Cuando le permitimos a nuestro cerebro ese viaje la magia puede ir lejos. El mito del teatro según Nicolás Núñez.
El primer libro de Gabriel Weisz fue en 1977: La Máscara de Genet, editado por la UNAM; el reconocimiento de la cultura grecolatina en su ritual; después vinieron otros, tales como los Dioses de la Peste, en una coedición UNAM/ SIGLO XXI.
En el Diccionario Enciclopédico Básico de Teatro Mexicano Siglo XX, publicado en la Colección Escenología, por Edgar Ceballos, nos habla de su participación con Nicolás Núñez en el Seminario de Estudios Etnodramáticos en 1982. Las líneas de investigación de Gabriel son la etnología, en su interés por el chamanismo, la politología, la literatura comparada y el post estructuralismo.
La falla de la educación actual radica en el culto al Deux Machina, en la falla de olvidarnos del respeto al otro, la competencia. En la minimización. Por eso pensamos en un teatro único, jamás en su diversidad.
Dramaturgo, escritor, director, actor y docente.
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Autor de numerosos libros de poesía, teatro, narrativa y ensayo.
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