Por José Ruiz Mercado
Somos seres históricos. Los cambios vienen a partir de la lucha interna de los grupos sociales. El conocimiento se da en sociedad, la del conocimiento. Nada es casual. Lo mediático es la clave. Obras y autores son reconocidos a partir de la conflictiva entre los grupos hegemónicos y los subalternos. Nada es gratuito. Nada es estático. Los tiempos están cambiando (Lo dijo Bob Dylan) constantemente.
Gramsci, ese gran filósofo italiano lo expresó con gran certeza. Nos falta, como a muchos otros, leer su obra, entenderla. Hoy se vuelve más necesaria su comprensión, análisis, en estos tiempos vividos. Leerlo desde la subalternidad. Sólo así lograremos el cambio esperado.
Entender esto (somos seres históricos) nos permite entender nuestro devenir. Nuestro hacer social. Entender que no somos artistas al azar, sino a partir de una obra con impacto social, con una propuesta estética,
Las crisis sociales son importantes porque permiten desestructurar los grupos aparentemente inamovibles. El ser humano destaca al individuo como creador del significado de la vida.
Las guerras del Siglo XX, las ideologías, fruto de las mismas, cuestionaron el mundo hasta entonces imperante. Desde la Revolución Mexicana, la Rusa, La Primera y la Segunda Guerra Mundial, la de Corea, la de Viet-Nam, la de Cuba, todas rompieron con lo conocido para abrir otros senderos en todas las áreas sociales. Interesante para su estudio esta centuria, no sólo en lo político; en el arte aún más.
Los movimientos artísticos en la primera mitad del siglo fueron verdaderos cañones para una sociedad acomodada en su confort. La segunda mitad inicio con la consolidación de lo ya iniciado.
El cuestionamiento al método estuvo presente. La sociedad occidental completa, junto con sus instituciones, ya con anterioridad desde los finales del XIX. Los inicios del XX voltearon al oriente. Simplemente recordemos las teorías del Cubismo y el Da da.
Picasso con su propuesta cubista, incluso en su única obra de teatro: El Deseo Atrapado por la Cola en donde, entre otros, participaron Simone de Beauvoir y Jean Paúl Sartre.
Ese voltear los ojos a Oriente permitieron, en los 60’s volear a las culturas primigenias; y ahí está Antonin Artaud con sus estudios acerca de las ceremonias tarahumara y wirarika.
A los años nace otro teórico, quien se fundamenta en Artaud: Gabriel Weisz, quien su búsqueda hacia otros lenguajes, escribe Palacio Chamánico (Filosofía Corporal de Artaud y Distintas Culturas Chamánicas) en Escenología el año de 1984.
“Nuestro mundo natural parece ceder, sitiado por todos los ataques contra la ecología, el mundo político experimenta cambios muy drásticos y como consecuencia nuestro entorno personal experimenta un clima de cambio y crisis”
Ya seguiremos hablando de este teórico hijo de una pintora que dio al mundo otra visión del mundo: Leonora Carrington.
Somos seres históricos. Los cambios vienen a partir de la lucha interna de los grupos sociales. El conocimiento se da en sociedad, la del conocimiento. Nada es casual. Lo mediático es la clave. Obras y autores son reconocidos a partir de la conflictiva entre los grupos hegemónicos y los subalternos. Nada es gratuito. Nada es estático. Los tiempos están cambiando (Lo dijo Bob Dylan) constantemente.
Gramsci, ese gran filósofo italiano lo expresó con gran certeza. Nos falta, como a muchos otros, leer su obra, entenderla. Hoy se vuelve más necesaria su comprensión, análisis, en estos tiempos vividos. Leerlo desde la subalternidad. Sólo así lograremos el cambio esperado.
Entender esto (somos seres históricos) nos permite entender nuestro devenir. Nuestro hacer social. Entender que no somos artistas al azar, sino a partir de una obra con impacto social, con una propuesta estética,
Las crisis sociales son importantes porque permiten desestructurar los grupos aparentemente inamovibles. El ser humano destaca al individuo como creador del significado de la vida.
Las guerras del Siglo XX, las ideologías, fruto de las mismas, cuestionaron el mundo hasta entonces imperante. Desde la Revolución Mexicana, la Rusa, La Primera y la Segunda Guerra Mundial, la de Corea, la de Viet-Nam, la de Cuba, todas rompieron con lo conocido para abrir otros senderos en todas las áreas sociales. Interesante para su estudio esta centuria, no sólo en lo político; en el arte aún más.
Los movimientos artísticos en la primera mitad del siglo fueron verdaderos cañones para una sociedad acomodada en su confort. La segunda mitad inicio con la consolidación de lo ya iniciado.
El cuestionamiento al método estuvo presente. La sociedad occidental completa, junto con sus instituciones, ya con anterioridad desde los finales del XIX. Los inicios del XX voltearon al oriente. Simplemente recordemos las teorías del Cubismo y el Da da.
Picasso con su propuesta cubista, incluso en su única obra de teatro: El Deseo Atrapado por la Cola en donde, entre otros, participaron Simone de Beauvoir y Jean Paúl Sartre.
Ese voltear los ojos a Oriente permitieron, en los 60’s volear a las culturas primigenias; y ahí está Antonin Artaud con sus estudios acerca de las ceremonias tarahumara y wirarika.
A los años nace otro teórico, quien se fundamenta en Artaud: Gabriel Weisz, quien su búsqueda hacia otros lenguajes, escribe Palacio Chamánico (Filosofía Corporal de Artaud y Distintas Culturas Chamánicas) en Escenología el año de 1984.
“Nuestro mundo natural parece ceder, sitiado por todos los ataques contra la ecología, el mundo político experimenta cambios muy drásticos y como consecuencia nuestro entorno personal experimenta un clima de cambio y crisis”
Ya seguiremos hablando de este teórico hijo de una pintora que dio al mundo otra visión del mundo: Leonora Carrington.
Dramaturgo, escritor, director, actor y docente.
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Autor de numerosos libros de poesía, teatro, narrativa y ensayo.
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