Por José Ruiz Mercado
Es ese reencuentro con el mundo cuando se topa con los falsos profetas, aquellos repetidores de frases, de proyectos; veo a los maestros, a quienes no les interesa repetir frases porque tienen su propia visión del mundo.
La serenidad característica de estos personajes de la escena les permite escuchar a los primeros sin el menor aspaviento, así, con la esperanza algún día de su madurez. Algún fuimos alumnos, parecen decirse, y gritamos como si fuera lo último. Y si no pasan esta etapa, no pasan y ya.
Las frases hechas de los primeros. El aplauso. En alguna ocasión escuché la gran tragedia de Malinche. Ella quiso salvar a su pueblo del yugo al cual estaba sometido.
Los ahí presentes saludaron al primero, le dieron la gracia de quienes desconocen. Se convirtió en presencia erudita, menos uno, quien en silencio recordó lo por él leído, estudiado, revisado una y otra vez. Y guardó silencio ante el alumno.
En 1964 Sergio Magaña escribió Los Argonautas, por lo tanto el tema ya era conocido cuando en esa charla informal se discutía con aires de sapiencia el descubrimiento escolar.
A Sergio Magaña le debemos los primeros estudios junto a Ángel María Garibay el acercamiento a los análisis comparados de la cultura mesoamericana. Después vendría León Portilla a profundizar el tema.
La etapa de la búsqueda de la identidad, de la crítica a la revisión de la cultura grecolatina, de la urbanización desmedida, del estudio de las culturas primigenias, fue el momento histórico vivido por Sergio, nacido en Tecaltepec, Michoacán el 24 de septiembre de 1924, fue parte del movimiento teatral de los años cincuenta, grupo entre quienes nos encontramos con Luisa Josefina Hernández, Emilio Carballido, entre otros.
José Sergio Alejandro Magaña Hidalgo, su nombre completo, vive este instante de la historia del México del Siglo XX. No alcanzó a salir el siglo, muere en la Ciudad de México el 23 de agosto de 1990.
A finales de los sesenta Carlos Fuentes escribe Todos los Gatos son Pardos, la epopeya de la conquista. Ambos partícipes de este ciclo en el teatro mexicano poco estudiado. Los momentos cumbres. La veta negada a la escena nacional. La retoma de la mesoamérica olvidada.
Carlos Fuentes escribe un prólogo cuestionador: “Si Moctezuma es la tragedia avasallada por la Historia de los vencedores y Cortés es la historia contaminada por la tragedia de los vencidos, la Malinche, Marina, Malintzin reúne por un instante ambas esferas, nos recuerda que no hay historia comprensible si no toma en cuenta las excepciones personales de la tragedia, ni tragedia personalizable si no toma en cuenta las exigencias de la historia.”
Reflexión profunda, reconocimiento del acontecer histórico. Ambos, Carlos Fuentes y Sergio Magaña sostienen un bagaje teórico. Su obra es producto del estudio concienzudo. Nada se da por azar.
Nada se da al azar se repitió en silencio Héctor Monteón observando complaciente al alumno sin la modestia característica del estudioso, para quien la madurez no se hacía aún presente.
Ahora reviso su biblioteca. Ahora después de reconocer su trabajo escénico. Ahora cuando recuerdo el estreno de El Diario de un Loco, con la dirección de Humberto Monteón González, de quien, hoy, me entero de su fallecimiento.
Humberto, otro grande. Autor, entre otros, del libro Chinos y Antichinos, publicado hace algunos años por la Unidad Editorial del Estado de Jalisco, un estudio a fondo de una parte de la historia de nuestro México. Por algo son hermanos. Por algo. Cosas de Familia.

José Ruiz Mercado
Dramaturgo, escritor, director, actor y docente.
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Autor de numerosos libros de poesía, teatro, narrativa y ensayo.
Es ese reencuentro con el mundo cuando se topa con los falsos profetas, aquellos repetidores de frases, de proyectos; veo a los maestros, a quienes no les interesa repetir frases porque tienen su propia visión del mundo.
La serenidad característica de estos personajes de la escena les permite escuchar a los primeros sin el menor aspaviento, así, con la esperanza algún día de su madurez. Algún fuimos alumnos, parecen decirse, y gritamos como si fuera lo último. Y si no pasan esta etapa, no pasan y ya.
Las frases hechas de los primeros. El aplauso. En alguna ocasión escuché la gran tragedia de Malinche. Ella quiso salvar a su pueblo del yugo al cual estaba sometido.
Los ahí presentes saludaron al primero, le dieron la gracia de quienes desconocen. Se convirtió en presencia erudita, menos uno, quien en silencio recordó lo por él leído, estudiado, revisado una y otra vez. Y guardó silencio ante el alumno.
En 1964 Sergio Magaña escribió Los Argonautas, por lo tanto el tema ya era conocido cuando en esa charla informal se discutía con aires de sapiencia el descubrimiento escolar.
A Sergio Magaña le debemos los primeros estudios junto a Ángel María Garibay el acercamiento a los análisis comparados de la cultura mesoamericana. Después vendría León Portilla a profundizar el tema.
La etapa de la búsqueda de la identidad, de la crítica a la revisión de la cultura grecolatina, de la urbanización desmedida, del estudio de las culturas primigenias, fue el momento histórico vivido por Sergio, nacido en Tecaltepec, Michoacán el 24 de septiembre de 1924, fue parte del movimiento teatral de los años cincuenta, grupo entre quienes nos encontramos con Luisa Josefina Hernández, Emilio Carballido, entre otros.
José Sergio Alejandro Magaña Hidalgo, su nombre completo, vive este instante de la historia del México del Siglo XX. No alcanzó a salir el siglo, muere en la Ciudad de México el 23 de agosto de 1990.
A finales de los sesenta Carlos Fuentes escribe Todos los Gatos son Pardos, la epopeya de la conquista. Ambos partícipes de este ciclo en el teatro mexicano poco estudiado. Los momentos cumbres. La veta negada a la escena nacional. La retoma de la mesoamérica olvidada.
Carlos Fuentes escribe un prólogo cuestionador: “Si Moctezuma es la tragedia avasallada por la Historia de los vencedores y Cortés es la historia contaminada por la tragedia de los vencidos, la Malinche, Marina, Malintzin reúne por un instante ambas esferas, nos recuerda que no hay historia comprensible si no toma en cuenta las excepciones personales de la tragedia, ni tragedia personalizable si no toma en cuenta las exigencias de la historia.”
Reflexión profunda, reconocimiento del acontecer histórico. Ambos, Carlos Fuentes y Sergio Magaña sostienen un bagaje teórico. Su obra es producto del estudio concienzudo. Nada se da por azar.
Nada se da al azar se repitió en silencio Héctor Monteón observando complaciente al alumno sin la modestia característica del estudioso, para quien la madurez no se hacía aún presente.
Ahora reviso su biblioteca. Ahora después de reconocer su trabajo escénico. Ahora cuando recuerdo el estreno de El Diario de un Loco, con la dirección de Humberto Monteón González, de quien, hoy, me entero de su fallecimiento.
Humberto, otro grande. Autor, entre otros, del libro Chinos y Antichinos, publicado hace algunos años por la Unidad Editorial del Estado de Jalisco, un estudio a fondo de una parte de la historia de nuestro México. Por algo son hermanos. Por algo. Cosas de Familia.

José Ruiz Mercado
Dramaturgo, escritor, director, actor y docente.
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Autor de numerosos libros de poesía, teatro, narrativa y ensayo.
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