Por José Ruiz Mercado
Revisar bibliotecas personales. Su importancia. Su cuidado. Su uso extremo. Su uso mínimo. Entrar al corazón mismo de las cualidades de lectura del dueño, encargado de ese acerbo es entender su vida y su conceptualización.
Entrar a la biblioteca de una escuela nos permite revisar la vida académica de la misma. Reconocer, conocer las necesidades del alumnado, además de la tipología docente.
Un buen inspector escolar debería iniciar por ahí ¿Utopía acaso? Si el inspector tiene una visión pedagógica tiene las herramientas necesarias para observar la actividad escolar. Las necesidades reales de la población.
Revisar una biblioteca personal tiene otra perspectiva. Otra manera de estudiar al propietario. De entender sus necesidades. Y cuando ésta pertenece a un autor, entender el cómo y por qué de su obra. Una biblioteca es un historial por sí mismo.
Es observar el corazón mismo. El cerebro. El procesador biológico. En una biblioteca personal observamos, confrontamos los procesos a los cuales se ha enfrentado a lo largo de una vida quien ha tenido una vida activa.
Revisar la biblioteca de un “ciudadano del teatro”, como lo adjetivara alguna vez Rodolfo Usigli, es entender estilo, preocupaciones, obsesiones de dicho personaje de la escena.
Pudiera decir: Hoy entré al corazón abierto de Héctor Monteón. Entré a ese mar de posibilidades de comprender al mundo, de observar desde otro ángulo el cómo y los por qué de sus montajes.
Libros y autores de época: Arthur Adamov, Jean Anouilh, Albert Camus, Eugene Ionesco, Luigi Pirandello, Samuel Beckett, Henry Miller; Máximo Gorki, Vladimir Nabokov, Tennessee Williams; autores de rigor, digámoslo académicamente: Los imprescindibles.
Tienen una cualidad estos y los otros libros. Todos tienen un prólogo, el cual se ve leído una y otra vez. Ninguno está subrayado, con lo cual nos permite ver esa dedicación a la lectura. Se nota el uso de fichas por el desgaste en su paginación.
Algo que me gustaría ver es ese trabajo de escritorio, el cómo le da cuerpo a sus fichas de trabajo para así, poder entrar en detalle. Pero esto es más personal. Lo que sí se le agradece es el respeto al objeto libro. Cuando se subraya un libro limita el lector a su comprensión posterior. La calidad de un lector, entre otras, es la de no limitarse a una lectura.
Miguel Hernández, Rafael Alberti están en su biblioteca. Leemos en el prólogo a El Adefesio: El mejor teatro español contemporáneo lo han escrito sin duda poetas.
Como curiosidad. Este libro tiene una marca inolvidable, la de esa librería Romo, la cual se encontraba en la calle de López Cotilla, en el número 366, casi junto a otra emblemática: Casarrubias. La historia de la cultura en Guadalajara.
Entrar a la biblioteca personal es entrar a un universo pleno de luz, alejado del cuarto oscuro. Es entrar al universo creativo de quien ha dedicado su vida al arte, de quien ama su profesión.
Entrar a la biblioteca personal de Héctor Monteón es llegar al laboratorio de su dedicación, de la entraña misma del cuidado, con todo lo teórico (no exclusivamente de lo técnico, pero sin con ello) de la vida interior.
José Ruiz Mercado
Dramaturgo, escritor, director, actor y docente.
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Autor de numerosos libros de poesía, teatro, narrativa y ensayo.
Revisar bibliotecas personales. Su importancia. Su cuidado. Su uso extremo. Su uso mínimo. Entrar al corazón mismo de las cualidades de lectura del dueño, encargado de ese acerbo es entender su vida y su conceptualización.
Entrar a la biblioteca de una escuela nos permite revisar la vida académica de la misma. Reconocer, conocer las necesidades del alumnado, además de la tipología docente.
Un buen inspector escolar debería iniciar por ahí ¿Utopía acaso? Si el inspector tiene una visión pedagógica tiene las herramientas necesarias para observar la actividad escolar. Las necesidades reales de la población.
Revisar una biblioteca personal tiene otra perspectiva. Otra manera de estudiar al propietario. De entender sus necesidades. Y cuando ésta pertenece a un autor, entender el cómo y por qué de su obra. Una biblioteca es un historial por sí mismo.
Es observar el corazón mismo. El cerebro. El procesador biológico. En una biblioteca personal observamos, confrontamos los procesos a los cuales se ha enfrentado a lo largo de una vida quien ha tenido una vida activa.
Revisar la biblioteca de un “ciudadano del teatro”, como lo adjetivara alguna vez Rodolfo Usigli, es entender estilo, preocupaciones, obsesiones de dicho personaje de la escena.
Pudiera decir: Hoy entré al corazón abierto de Héctor Monteón. Entré a ese mar de posibilidades de comprender al mundo, de observar desde otro ángulo el cómo y los por qué de sus montajes.
Libros y autores de época: Arthur Adamov, Jean Anouilh, Albert Camus, Eugene Ionesco, Luigi Pirandello, Samuel Beckett, Henry Miller; Máximo Gorki, Vladimir Nabokov, Tennessee Williams; autores de rigor, digámoslo académicamente: Los imprescindibles.
Tienen una cualidad estos y los otros libros. Todos tienen un prólogo, el cual se ve leído una y otra vez. Ninguno está subrayado, con lo cual nos permite ver esa dedicación a la lectura. Se nota el uso de fichas por el desgaste en su paginación.
Algo que me gustaría ver es ese trabajo de escritorio, el cómo le da cuerpo a sus fichas de trabajo para así, poder entrar en detalle. Pero esto es más personal. Lo que sí se le agradece es el respeto al objeto libro. Cuando se subraya un libro limita el lector a su comprensión posterior. La calidad de un lector, entre otras, es la de no limitarse a una lectura.
Miguel Hernández, Rafael Alberti están en su biblioteca. Leemos en el prólogo a El Adefesio: El mejor teatro español contemporáneo lo han escrito sin duda poetas.
Como curiosidad. Este libro tiene una marca inolvidable, la de esa librería Romo, la cual se encontraba en la calle de López Cotilla, en el número 366, casi junto a otra emblemática: Casarrubias. La historia de la cultura en Guadalajara.
Entrar a la biblioteca personal es entrar a un universo pleno de luz, alejado del cuarto oscuro. Es entrar al universo creativo de quien ha dedicado su vida al arte, de quien ama su profesión.
Entrar a la biblioteca personal de Héctor Monteón es llegar al laboratorio de su dedicación, de la entraña misma del cuidado, con todo lo teórico (no exclusivamente de lo técnico, pero sin con ello) de la vida interior.

Dramaturgo, escritor, director, actor y docente.
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Autor de numerosos libros de poesía, teatro, narrativa y ensayo.
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