Por José Ruiz Mercado
El problema de los nuevos dramaturgos es más álgido en comparación con la generación anterior por la ausencia de una crítica especializada; digámoslo en estos términos, la crítica se ha politizado hasta el extremo de la ideologización.
Parecieran más importante los grupos que la misma obra. En la sociedad mediática nos hemos olvidado de la sociedad del conocimiento. De esa interacción del gremio.
Esto no es nuevo. Fruto de la descomposición social el conflicto se ha agudizado, desde unas décadas atrás, inicia este conflicto. Las ciudades crecen, las áreas cultivables se ven afectadas. El “valor” territorial cambia. Todo a nombre de la modernidad.
Los estudios de la dependencia económica se concretan a esto, ver el crecimiento económico, más no a ver el deterioro cultural. Se analizan los conflictos socio-políticos a nivel de la lástima, de los conflictos de la cúpula, olvidándose de las causas con sus consecuencias.
Se menciona el 68 pero nos olvidamos del 58, aún más, de la crisis del 29, las consecuencias del 38. Los grandes huecos en el estudio de la historia. A esta se le ve como lo espontáneo, y solamente, los hechos de la política en el santoral. De la dialéctica histórica mejor ni hablar. De utilizar el método dialéctico nos acercaríamos al terreno de la cultura, con esto, al arte.
La educación requiere un cambio de estructura. Retomar los grandes, revisar ese hermoso tomo de Narciso Bassols Batalla editado por el Fondo de Cultura Económica hace algunos ayeres, sería un inicio, a la par de revisar los estudios de los grandes de la escena. Reconocer y reconocerse en la gran espiral de la historia.
La crisis del 29 ha sido mínimamente estudiada. Se ha estudiado la narrativa, más no el teatro. Del 38 apenas entramos con los estudios a la obra de los llamados “dramaturgos del petróleo” Recientemente se publicó un estudio de la obra de Mauricio Magdaleno a cargo de Marcela Magdaleno y Alejandro Ostoa.
Del 58 pareciera a nadie importarle. A pesar de ser un movimiento cuyas bases fueron de importancia para el 68. Los antecedentes. Olvidamos los estudios críticos de Carlos Monsivais, por ejemplo.
La historia no la hacen los políticos, la hace el pueblo, pero, si este no es conciente, la historia continuara en la cúpula. A estas alturas hablar de la población, bajo el sustantivo de pueblo, es una utopía.
Continuara como utopía mientras la crítica persista en la ideología del gusto, de la discriminación étnica, de la falla en quién ejerce en los medios, de la visión de las clases sociales.
Los nuevos dramaturgos continuarán siendo tan desconocidos para los sectores sociales hundiéndose en la vista de los grupos a los cuáles pertenecen.
Los ejemplos sobran. El número 132 de la revista Tramoya, de la Universidad Veracruzana, apareció a la mitad del 2017, para el 2018 este ya debiera ser un ejemplar de biblioteca, de búsqueda de los expertos.
Se dice de Juan Jo Rubio, en este número, que es egresado de la Universidad de Guadalajara, con una actividad constante, tanto como director, como dramaturgo, ha sido premiado en certámenes, tanto en su ciudad natal (Guadalajara) como nacionales. 1989 es la fecha de su nacimiento.
Como dramaturgo tiene un buen número de obras, además de la editada en este número: De Payasos y la Última Taza de Café Expresso, entre las que encontramos, Dos Monstruos y Medio, Las Marcas de Papá. Bien vale un seguimiento, montajes, una reconsideración por parte de los medios, pero sobre todo, el análisis y consideración a su obra.
José Ruiz Mercado
Dramaturgo, escritor, director, actor y docente.
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Autor de numerosos libros de poesía, teatro, narrativa y ensayo.
El problema de los nuevos dramaturgos es más álgido en comparación con la generación anterior por la ausencia de una crítica especializada; digámoslo en estos términos, la crítica se ha politizado hasta el extremo de la ideologización.
Parecieran más importante los grupos que la misma obra. En la sociedad mediática nos hemos olvidado de la sociedad del conocimiento. De esa interacción del gremio.
Esto no es nuevo. Fruto de la descomposición social el conflicto se ha agudizado, desde unas décadas atrás, inicia este conflicto. Las ciudades crecen, las áreas cultivables se ven afectadas. El “valor” territorial cambia. Todo a nombre de la modernidad.
Los estudios de la dependencia económica se concretan a esto, ver el crecimiento económico, más no a ver el deterioro cultural. Se analizan los conflictos socio-políticos a nivel de la lástima, de los conflictos de la cúpula, olvidándose de las causas con sus consecuencias.
Se menciona el 68 pero nos olvidamos del 58, aún más, de la crisis del 29, las consecuencias del 38. Los grandes huecos en el estudio de la historia. A esta se le ve como lo espontáneo, y solamente, los hechos de la política en el santoral. De la dialéctica histórica mejor ni hablar. De utilizar el método dialéctico nos acercaríamos al terreno de la cultura, con esto, al arte.
La educación requiere un cambio de estructura. Retomar los grandes, revisar ese hermoso tomo de Narciso Bassols Batalla editado por el Fondo de Cultura Económica hace algunos ayeres, sería un inicio, a la par de revisar los estudios de los grandes de la escena. Reconocer y reconocerse en la gran espiral de la historia.
La crisis del 29 ha sido mínimamente estudiada. Se ha estudiado la narrativa, más no el teatro. Del 38 apenas entramos con los estudios a la obra de los llamados “dramaturgos del petróleo” Recientemente se publicó un estudio de la obra de Mauricio Magdaleno a cargo de Marcela Magdaleno y Alejandro Ostoa.
Del 58 pareciera a nadie importarle. A pesar de ser un movimiento cuyas bases fueron de importancia para el 68. Los antecedentes. Olvidamos los estudios críticos de Carlos Monsivais, por ejemplo.
La historia no la hacen los políticos, la hace el pueblo, pero, si este no es conciente, la historia continuara en la cúpula. A estas alturas hablar de la población, bajo el sustantivo de pueblo, es una utopía.
Continuara como utopía mientras la crítica persista en la ideología del gusto, de la discriminación étnica, de la falla en quién ejerce en los medios, de la visión de las clases sociales.
Los nuevos dramaturgos continuarán siendo tan desconocidos para los sectores sociales hundiéndose en la vista de los grupos a los cuáles pertenecen.
Los ejemplos sobran. El número 132 de la revista Tramoya, de la Universidad Veracruzana, apareció a la mitad del 2017, para el 2018 este ya debiera ser un ejemplar de biblioteca, de búsqueda de los expertos.
Se dice de Juan Jo Rubio, en este número, que es egresado de la Universidad de Guadalajara, con una actividad constante, tanto como director, como dramaturgo, ha sido premiado en certámenes, tanto en su ciudad natal (Guadalajara) como nacionales. 1989 es la fecha de su nacimiento.
Como dramaturgo tiene un buen número de obras, además de la editada en este número: De Payasos y la Última Taza de Café Expresso, entre las que encontramos, Dos Monstruos y Medio, Las Marcas de Papá. Bien vale un seguimiento, montajes, una reconsideración por parte de los medios, pero sobre todo, el análisis y consideración a su obra.

Dramaturgo, escritor, director, actor y docente.
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Autor de numerosos libros de poesía, teatro, narrativa y ensayo.
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