Por José Ruiz Mercado
Juguemos al cuarto oscuro. Estamos totalmente aislados sin reconocer las dimensiones, los obstáculos. Desconocemos si hay color, incluso los olores. La nada.
Desconocemos cuando entramos a este lugar. Incluso si alguna vez estuvimos fuera. Desconocemos que desconocemos. Nos parece normal la oscuridad. Sin tacto el alguna vez es un acto imperceptible.
Ahí estamos. En ese vacío sin luz, sin sonido, sin olor. Pero no lo extrañamos, jamás lo hemos percibido. Pero eso no es todo, no, somos uno, maravillosamente perfectos.
Y ahí, en esa oscuridad algo nos llama la atención. Algo brilla. Nos acercamos con lentitud extrema. Antes no habíamos visto algo así. Después nos dirán el nombre de ese objeto.
Y seguimos caminando con el miedo interno hacia lo desconocido. Una luz tenue nos permite observar una figura, intentamos tocarla. Con miedo percibimos la suavidad, lo terso, lo plano.
Es el reflejo de algo. Nos tocamos la cara y la figura se toca la cara. Nos causa risa y la figura también ríe en silencio. Atrás de la figura vienen más. Vienen con lentitud, se les ve.
No estoy solo. Eso ahora lo descubro. El juego ahora es otro. El del espejo. Los roles cambian. Unos se sientan. Otros ríen. Otros se miran. Todos, cada uno, vienen más.
Una puerta se abre del lado contrario. Un adulto mayor. Parece como más de ochenta. Trae un disco. Trae la historia de este cuarto. Le pregunto su nombre. Tomás, me dice con una sonrisa, nos muestra la puerta por donde entró.
Abre el disco. Tiene una fecha. Tiene datos. Año 2000. Las obras de muchos autores. De muchos espacios, de… y me quedo esperando su versión del juego, de los juegos.
Ya con la puerta abierta, con el descubrimiento de las ventanas, el cuarto oscuro se ilumina. Nos muestra el disco. Son muchos libros, son muchas historias; muchos años, muchos autores.
Nos damos cuenta, me doy cuenta de los antecedentes de ésta caja mágica en la cual ahora estamos, pero, lo más grande, somos muchos, no estamos aislados.
Luego viene la broma: Huele a Gas. Nos miramos. El asombro. Las miradas. Y ahí estamos con Tomás Urtusastegui. Ahí estamos, atentos a lo que nos platique, a lo que nos ilustre con sus experiencias.
¿Cuánto debemos a quién nos antecede? La memoria. Los valores. Los cambios. A vivir la luz. A no quedarnos en un cuarto oscuro.
José Ruiz Mercado
Dramaturgo, escritor, director, actor y docente.
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Autor de numerosos libros de poesía, teatro, narrativa y ensayo.
Juguemos al cuarto oscuro. Estamos totalmente aislados sin reconocer las dimensiones, los obstáculos. Desconocemos si hay color, incluso los olores. La nada.
Desconocemos cuando entramos a este lugar. Incluso si alguna vez estuvimos fuera. Desconocemos que desconocemos. Nos parece normal la oscuridad. Sin tacto el alguna vez es un acto imperceptible.
Ahí estamos. En ese vacío sin luz, sin sonido, sin olor. Pero no lo extrañamos, jamás lo hemos percibido. Pero eso no es todo, no, somos uno, maravillosamente perfectos.
Y ahí, en esa oscuridad algo nos llama la atención. Algo brilla. Nos acercamos con lentitud extrema. Antes no habíamos visto algo así. Después nos dirán el nombre de ese objeto.
Y seguimos caminando con el miedo interno hacia lo desconocido. Una luz tenue nos permite observar una figura, intentamos tocarla. Con miedo percibimos la suavidad, lo terso, lo plano.
Es el reflejo de algo. Nos tocamos la cara y la figura se toca la cara. Nos causa risa y la figura también ríe en silencio. Atrás de la figura vienen más. Vienen con lentitud, se les ve.
No estoy solo. Eso ahora lo descubro. El juego ahora es otro. El del espejo. Los roles cambian. Unos se sientan. Otros ríen. Otros se miran. Todos, cada uno, vienen más.
Una puerta se abre del lado contrario. Un adulto mayor. Parece como más de ochenta. Trae un disco. Trae la historia de este cuarto. Le pregunto su nombre. Tomás, me dice con una sonrisa, nos muestra la puerta por donde entró.
Abre el disco. Tiene una fecha. Tiene datos. Año 2000. Las obras de muchos autores. De muchos espacios, de… y me quedo esperando su versión del juego, de los juegos.
Ya con la puerta abierta, con el descubrimiento de las ventanas, el cuarto oscuro se ilumina. Nos muestra el disco. Son muchos libros, son muchas historias; muchos años, muchos autores.
Nos damos cuenta, me doy cuenta de los antecedentes de ésta caja mágica en la cual ahora estamos, pero, lo más grande, somos muchos, no estamos aislados.
Luego viene la broma: Huele a Gas. Nos miramos. El asombro. Las miradas. Y ahí estamos con Tomás Urtusastegui. Ahí estamos, atentos a lo que nos platique, a lo que nos ilustre con sus experiencias.
¿Cuánto debemos a quién nos antecede? La memoria. Los valores. Los cambios. A vivir la luz. A no quedarnos en un cuarto oscuro.

Dramaturgo, escritor, director, actor y docente.
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Autor de numerosos libros de poesía, teatro, narrativa y ensayo.
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