Por José Ruiz Mercado
Los grandes autores (incluyo la comunidad teatral), además de conocer la técnica jamás se divorcian de la comunidad en la cual conviven. Saben de sus antecedentes, no se conforman con el aplauso inmediato. Estén de acuerdo con los paradigmas vigentes o lo contrario, lanzan su propuesta.
El teatro es un acto vivo, directo; el actor pareciera ser el único generador del binomio emisor/ receptor. Es quien enamora al público en una comunicación directa, viva. El responsable, quien pareciera estar solo en el universo.
Pero no está solo. Ahí está un público atento, o bien, ante una cuarta pared, o en la esfera del hecho escénico codo con codo. La magia. La propuesta del director, quien, en una primera lectura da su versión de los hechos ¿Otro emisor?
El círculo de la comunicación se amplia. Pareciera de la nada surgir detrás del telón el lector de un emisor primario: El dramaturgo, quien, al hacer su obra, pensó en un emisor a quien él desconoce.
Lo aparente se complica. El circuito del habla pareciera agrandarse. De hecho es más complejo. El receptor entonces se vuelve múltiple ante este, se vuelven muchos receptores. Director, actores, escenógrafos, vestuaristas, iluminadores; toda una comunidad.
El dramaturgo de profesión sabe, reconoce, dicha revisión. En un inicio escribe para ellos. Pero aún falta el medio: El escenario. Todo un universo teatral. De aquí, cuando un escritor desconoce este medio, digamos, un novelista, un cuentista, un poeta, no alcanza a percibir toda la maquinaria.
Luego viene otro conflicto. El cuento dialogado no es necesariamente una obra para la escena. Error cometido frecuentemente. Error, el cual se ve en grandes figuras literarias, quienes han incursionado en la escena.
Cada género literario tiene una estructura que lo define. Pocos son aquellos que pueden llamarse “totales”. La complejidad de cada uno de estos tiene su propio lenguaje.
Una buena historia no necesariamente es una obra teatral. Esto lo debe saber quien hace su primer esquema. En ocasiones la trama no se presta por las circunstancias en las cuales se desarrolla. Espacios diversos suelen ser los impedimentos.
Concreto. Acciones rápidas. Lo principal. La posibilidad de acciones suspendidas. Esto lleva al espectador a generar su propia obra. Sus conclusiones. Luego se topará con lo inesperado.
El personaje teatral debe ser verosímil, pero jamás nuestro vecino. Esto, a pesar de lo realista de la obra. Con mayor razón cuando la obra esté en otro estilo.
Viene entonces la decodificación. El primer círculo. Lo complejo de realizar las múltiples lecturas. Su posibilidad escénica. La probabilidad de encontrar la estructura para el espacio ideal de su montaje. La revisión.
La pregunta, la primera, llega con esta lectura ¿La producción estará dispuesta al arriesgue? ¿Tendremos suficiente público dispuesto? ¿Los actores son los idóneos?
Así, después de todo esto, y más, tendremos la entrada a la aventura de un montaje.
José Ruiz Mercado
Dramaturgo, escritor, director, actor y docente.
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Autor de numerosos libros de poesía, teatro, narrativa y ensayo.
Los grandes autores (incluyo la comunidad teatral), además de conocer la técnica jamás se divorcian de la comunidad en la cual conviven. Saben de sus antecedentes, no se conforman con el aplauso inmediato. Estén de acuerdo con los paradigmas vigentes o lo contrario, lanzan su propuesta.
El teatro es un acto vivo, directo; el actor pareciera ser el único generador del binomio emisor/ receptor. Es quien enamora al público en una comunicación directa, viva. El responsable, quien pareciera estar solo en el universo.
Pero no está solo. Ahí está un público atento, o bien, ante una cuarta pared, o en la esfera del hecho escénico codo con codo. La magia. La propuesta del director, quien, en una primera lectura da su versión de los hechos ¿Otro emisor?
El círculo de la comunicación se amplia. Pareciera de la nada surgir detrás del telón el lector de un emisor primario: El dramaturgo, quien, al hacer su obra, pensó en un emisor a quien él desconoce.
Lo aparente se complica. El circuito del habla pareciera agrandarse. De hecho es más complejo. El receptor entonces se vuelve múltiple ante este, se vuelven muchos receptores. Director, actores, escenógrafos, vestuaristas, iluminadores; toda una comunidad.
El dramaturgo de profesión sabe, reconoce, dicha revisión. En un inicio escribe para ellos. Pero aún falta el medio: El escenario. Todo un universo teatral. De aquí, cuando un escritor desconoce este medio, digamos, un novelista, un cuentista, un poeta, no alcanza a percibir toda la maquinaria.
Luego viene otro conflicto. El cuento dialogado no es necesariamente una obra para la escena. Error cometido frecuentemente. Error, el cual se ve en grandes figuras literarias, quienes han incursionado en la escena.
Cada género literario tiene una estructura que lo define. Pocos son aquellos que pueden llamarse “totales”. La complejidad de cada uno de estos tiene su propio lenguaje.
Una buena historia no necesariamente es una obra teatral. Esto lo debe saber quien hace su primer esquema. En ocasiones la trama no se presta por las circunstancias en las cuales se desarrolla. Espacios diversos suelen ser los impedimentos.
Concreto. Acciones rápidas. Lo principal. La posibilidad de acciones suspendidas. Esto lleva al espectador a generar su propia obra. Sus conclusiones. Luego se topará con lo inesperado.
El personaje teatral debe ser verosímil, pero jamás nuestro vecino. Esto, a pesar de lo realista de la obra. Con mayor razón cuando la obra esté en otro estilo.
Viene entonces la decodificación. El primer círculo. Lo complejo de realizar las múltiples lecturas. Su posibilidad escénica. La probabilidad de encontrar la estructura para el espacio ideal de su montaje. La revisión.
La pregunta, la primera, llega con esta lectura ¿La producción estará dispuesta al arriesgue? ¿Tendremos suficiente público dispuesto? ¿Los actores son los idóneos?
Así, después de todo esto, y más, tendremos la entrada a la aventura de un montaje.

Dramaturgo, escritor, director, actor y docente.
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Autor de numerosos libros de poesía, teatro, narrativa y ensayo.
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