Por José Ruiz Mercado.
Corrientes diversas, posturas opuestas. Lo importante es el espacio, por eso se llama teatro, dicen muchos críticos, lo más importante es la teatralidad, de ahí todas las derivadas.
La teatralidad es un concepto estudiado a partir de la lingüística, se refiere principalmente al efecto causado por la disposición, utilización del espacio. Así tanto podemos mencionar de un montaje del Siglo XVI en el concepto actual de la espacialidad, así también podemos comentar de la arquitectura de una ciudad o de la obra muralística.
La tecnología, aunada a los procesos de la ciencia, llevó a las artes a buscar otras formas. La pintura, cuando nace la fotografía, busca el color. Cuando a la fotografía se le da movimiento llega el cine, el figuratismo pictórico se va al color extremo.
El cine nace del teatro y de la fotografía, en sus inicios, este tomará estos lenguajes, luego obtendrá un lenguaje propio, generará sus propias corrientes. Vendrán otras herramientas, y con ello su trasformación. La digitalización y el anime verán otras formas, otros estilos, para hacer a un lado a su progenitor.
Ya desde inicio del Siglo XX el teatro se debate entre el juego del realismo, con toda la maquinaria escénica y la búsqueda de nuevos espacios. Lo importante es comunicar algo. Aunque sea el descontento.
No se necesita engañar al público. Una lámpara es una lámpara, jamás el sol, lo importante, por lo tanto no es el sol, sino lo que signifique. La convención teatral es la convención lingüística. Un acuerdo entre emisor y receptor.
Los mínimos elementos. Una silla puede ser un edificio, una muralla, el juego del actor con su espacio, con su cuerpo, una manta puede ser todo un vestuario, el cual se transforme en escena. Nace así la escena minimalista. El teatro del absurdo ofrece otra posibilidad.
En esta acción lúdica los grandes espacios se quedan para el verismo operístico y en las bodegas, los sótanos, los cafés, los bares, se busca la teatralidad. La época de los teatros de “bolsillo”. La primera mitad del Siglo XX nos da esta perspectiva ante el crecimiento de la urbe. Todos los espacios son posibles. Nace así el happening, el performance, otros lenguajes.
Las obras de gran formato se dejan de lado para darle paso al llamado teatro breve. Los inicios de lo hoy denominado micro teatro, sus raíces. El dramaturgo se enfrenta a una acción personalísima. El público está a centímetros del personaje. La tarea actoral requiere de mayor concentración. La cuarta pared deja de existir.
Son momentos de cambio, desde la década de los cuarenta la necesidad histórica abre otras posibilidades. Otros lenguajes cada vez más en la teatralidad. Nacen los laboratorios con la mira a recrear espacios para públicos no mayores a cincuenta espectadores, o menos.
Tiempos de cambio en donde emisor y receptor están en el medio. El medio es el lenguaje. El dramaturgo forma parte del hecho escénico: El espacio. El minimalismo escénico. Se rompe el realismo, pero también viene la especialización. Sólo quien conoce de la escena puede hacer una obra para la escena. En la forma de narrar el cine se vuelve pariente de la novela. El teatro renace en un nuevo lenguaje ¿Y el público?
José Ruiz Mercado
Dramaturgo, escritor, director, actor y docente.
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Autor de numerosos libros de poesía, teatro, narrativa y ensayo.
Corrientes diversas, posturas opuestas. Lo importante es el espacio, por eso se llama teatro, dicen muchos críticos, lo más importante es la teatralidad, de ahí todas las derivadas.
La teatralidad es un concepto estudiado a partir de la lingüística, se refiere principalmente al efecto causado por la disposición, utilización del espacio. Así tanto podemos mencionar de un montaje del Siglo XVI en el concepto actual de la espacialidad, así también podemos comentar de la arquitectura de una ciudad o de la obra muralística.
La tecnología, aunada a los procesos de la ciencia, llevó a las artes a buscar otras formas. La pintura, cuando nace la fotografía, busca el color. Cuando a la fotografía se le da movimiento llega el cine, el figuratismo pictórico se va al color extremo.
El cine nace del teatro y de la fotografía, en sus inicios, este tomará estos lenguajes, luego obtendrá un lenguaje propio, generará sus propias corrientes. Vendrán otras herramientas, y con ello su trasformación. La digitalización y el anime verán otras formas, otros estilos, para hacer a un lado a su progenitor.
Ya desde inicio del Siglo XX el teatro se debate entre el juego del realismo, con toda la maquinaria escénica y la búsqueda de nuevos espacios. Lo importante es comunicar algo. Aunque sea el descontento.
No se necesita engañar al público. Una lámpara es una lámpara, jamás el sol, lo importante, por lo tanto no es el sol, sino lo que signifique. La convención teatral es la convención lingüística. Un acuerdo entre emisor y receptor.
Los mínimos elementos. Una silla puede ser un edificio, una muralla, el juego del actor con su espacio, con su cuerpo, una manta puede ser todo un vestuario, el cual se transforme en escena. Nace así la escena minimalista. El teatro del absurdo ofrece otra posibilidad.
En esta acción lúdica los grandes espacios se quedan para el verismo operístico y en las bodegas, los sótanos, los cafés, los bares, se busca la teatralidad. La época de los teatros de “bolsillo”. La primera mitad del Siglo XX nos da esta perspectiva ante el crecimiento de la urbe. Todos los espacios son posibles. Nace así el happening, el performance, otros lenguajes.
Las obras de gran formato se dejan de lado para darle paso al llamado teatro breve. Los inicios de lo hoy denominado micro teatro, sus raíces. El dramaturgo se enfrenta a una acción personalísima. El público está a centímetros del personaje. La tarea actoral requiere de mayor concentración. La cuarta pared deja de existir.
Son momentos de cambio, desde la década de los cuarenta la necesidad histórica abre otras posibilidades. Otros lenguajes cada vez más en la teatralidad. Nacen los laboratorios con la mira a recrear espacios para públicos no mayores a cincuenta espectadores, o menos.
Tiempos de cambio en donde emisor y receptor están en el medio. El medio es el lenguaje. El dramaturgo forma parte del hecho escénico: El espacio. El minimalismo escénico. Se rompe el realismo, pero también viene la especialización. Sólo quien conoce de la escena puede hacer una obra para la escena. En la forma de narrar el cine se vuelve pariente de la novela. El teatro renace en un nuevo lenguaje ¿Y el público?

Dramaturgo, escritor, director, actor y docente.
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Autor de numerosos libros de poesía, teatro, narrativa y ensayo.
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