Por José Ruiz Mercado.
La salud del teatro está en esa media donde los autores forman parte de la escena. La actividad teatral tiene un infinito de actividades, no es sólo la representación con una excelente técnica, va más allá.
Cada obra expuesta al público tiene una ideología, una forma, una posición, una correspondencia espectador/ actor. Jamás podrá existir el divorcio. Si una de las dos partes falla se rompe el circuito, la empatía.
Cuando se monta una obra y, ésta tiene éxito de taquilla, no necesariamente podemos hablar de arte. Los motivos del triunfo pueden derivarse de múltiples factores extra teatrales, al igual que su contrario.
El conflicto radica en un primer acontecimiento, la pregunta clave ¿Qué quiero del teatro? ¿A quién va dirigido mi trabajo? Y en momentos, incluso, tal y como algunos grandes teóricos lo han sostenido, el hacer una obra para los gustos imperantes, y otro, para la búsqueda de lenguajes diferentes de escenario.
Una diferencia entre un grupo y otro, radica en buscar esta experiencia. Así, sin anteponer si son artistas. Esa es su verdad escénica. Pero no es todo, no podemos olvidarnos de las grandes empresas del espectáculo.
El conjunto de todas ellas son el producto de diferentes visiones del mundo y, todas ellas se dirigen a un público. Entonces, nuestro primer enfoque debiera ir ahí. Regresamos al inicio, la ideología.
Tres son las tendencias principales de las empresas en lo referente a su oferta; las musicales, preferentemente las de Broadway, las de los autores norteamericanos del periodo de la post guerra y, la farsa ligera fundamentada en Francia con adecuaciones a la mexicana.
La estrategia para llevar las obras a las diferentes entidades del país y, de ésta manera bajar los costos de producción, consiste en mantener en el elenco a los actores base (casi siempre los de la telenovela en turno) y contratar a locales; atracción para el público, trabajo para la comunidad teatral de la localidad a costa de una desigual actuación. Casi siempre los de casa lucen más. La atracción a la figura se convierte en taquilla exitosa.
Es negocio. Como tal funciona. Un sector de la clase media, aquella, la cual no puede viajar a las capitales del espectáculo, ve sus anhelos realizados. Es un paliativo, nada más. No se cumple con la media para la salud del teatro, pero cumple.
El conflicto viene después. Lo ideológico. La enajenación del consumismo por parte del público y, aún más, por los grupos locales, quienes pretenden, sin el presupuesto suficiente, ganarse ese público, la fama del otro, para presentar, sin la menor propuesta, un producto ya estructurado.
José Ruiz Mercado
Dramaturgo, escritor, director, actor y docente.
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Autor de numerosos libros de poesía, teatro, narrativa y ensayo.
La salud del teatro está en esa media donde los autores forman parte de la escena. La actividad teatral tiene un infinito de actividades, no es sólo la representación con una excelente técnica, va más allá.
Cada obra expuesta al público tiene una ideología, una forma, una posición, una correspondencia espectador/ actor. Jamás podrá existir el divorcio. Si una de las dos partes falla se rompe el circuito, la empatía.
Cuando se monta una obra y, ésta tiene éxito de taquilla, no necesariamente podemos hablar de arte. Los motivos del triunfo pueden derivarse de múltiples factores extra teatrales, al igual que su contrario.
El conflicto radica en un primer acontecimiento, la pregunta clave ¿Qué quiero del teatro? ¿A quién va dirigido mi trabajo? Y en momentos, incluso, tal y como algunos grandes teóricos lo han sostenido, el hacer una obra para los gustos imperantes, y otro, para la búsqueda de lenguajes diferentes de escenario.
Una diferencia entre un grupo y otro, radica en buscar esta experiencia. Así, sin anteponer si son artistas. Esa es su verdad escénica. Pero no es todo, no podemos olvidarnos de las grandes empresas del espectáculo.
El conjunto de todas ellas son el producto de diferentes visiones del mundo y, todas ellas se dirigen a un público. Entonces, nuestro primer enfoque debiera ir ahí. Regresamos al inicio, la ideología.
Tres son las tendencias principales de las empresas en lo referente a su oferta; las musicales, preferentemente las de Broadway, las de los autores norteamericanos del periodo de la post guerra y, la farsa ligera fundamentada en Francia con adecuaciones a la mexicana.
La estrategia para llevar las obras a las diferentes entidades del país y, de ésta manera bajar los costos de producción, consiste en mantener en el elenco a los actores base (casi siempre los de la telenovela en turno) y contratar a locales; atracción para el público, trabajo para la comunidad teatral de la localidad a costa de una desigual actuación. Casi siempre los de casa lucen más. La atracción a la figura se convierte en taquilla exitosa.
Es negocio. Como tal funciona. Un sector de la clase media, aquella, la cual no puede viajar a las capitales del espectáculo, ve sus anhelos realizados. Es un paliativo, nada más. No se cumple con la media para la salud del teatro, pero cumple.
El conflicto viene después. Lo ideológico. La enajenación del consumismo por parte del público y, aún más, por los grupos locales, quienes pretenden, sin el presupuesto suficiente, ganarse ese público, la fama del otro, para presentar, sin la menor propuesta, un producto ya estructurado.

Dramaturgo, escritor, director, actor y docente.
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Autor de numerosos libros de poesía, teatro, narrativa y ensayo.
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