Por José Ruiz Mercado.
A pesar de las múltiples variables existentes en la historia del teatro local, en dónde nos encontramos con factores de encuentro y desencuentro, la escena en Guadalajara ha llegado a tener una cara. Dicho mejor, gracias a eso, podemos decir, hablar, de un estilo.
El correr del Siglo XX nos llevó a conocer voces, propuestas, directrices con matices diversos. Desde la ópera, la opereta, la zarzuela; ahí nos encontramos con la Compañía Mendoza López, y ya en los confines del Siglo, con las enseñanzas de Teresa Zambrano con su grupo de zarzuela de donde nacieron figuras de la escena vocal. Sus años en el magisterio (el CEDART José Clemente Orozco) fueron años de valiosa aportación.
No podemos olvidarnos de los grandes espacios operísticos de inicios del Siglo, en donde las compañías operísticas nacionales e internacionales se presentaron, y alguno de sus miembros hicieron su residencia, como fue el caso de Félix Bernardelli, quién fundó, una de las primeras academias de música y pintura, en la esquina de (hoy día) Juárez y Molina, en contra esquina de lo que fue el Teatro Principal.
Bernardelli fue violinista, formaba parte de la compañía familiar. En su academia, además de ser iniciante, formó a grandes de la plástica, tales como Rafael Ponce de León, originario de Tlaquepaque, Jalisco, un dibujante excelente, a quien se le conoce como el Toulouse Lautrec mexicano.
Esos grandes espacios luego se convirtieron en cines, luego en centros comerciales, otros en estacionamientos. Otros perdieron su esencia.
El teatro de revista tuvo un auge, primero con las carpas, las cuales estuvieron ubicadas a lo largo de la Calzada Independencia. Una de las más importantes, situada frente al parque Morelos.
Otro de los espacios importantes fue el Teatro ANDA, en la segunda mitad del Siglo. Ahí se escenificó, con Luis Gómez Beck, una versión de Los Agachados, de Rius.
Otra de las aportaciones fue el teatro hecho en los templos, en el periodo de los cuarenta. Iglesias como San Felipe de Jesús, La Purísima Concepción, San Martín, María Auxiliadora, todas en un radio aproximado de diez cuadras.
Otros, un poco más alejados, lo fueron, el de San Antonio, sin dejar de mencionar el templo de El Padre Galván en el barrio de El Retiro, por la zona del parque Morelos. De aquí surgieron personajes como Félix Vargas (+), José Luis Moreno (+), Gabriel Gutiérrez, José Leal (+) Jesús Hernández y, muchos otros.
La historia del teatro en Jalisco y, más concretamente en Guadalajara, tiene características propias. Mientras en la ciudad de México se agrupan en organizaciones para publicar, montar sus propias obras, en Guadalajara hacen adaptaciones, copias de las obras españolas, francesas, o los montajes del centro. Una costumbre que prevalece a la fecha.
Los únicos textos de teatro fueron, para aquellos años los de editorial Porrua, los clásicos con traducciones españolas o argentinas. Además de la biblioteca salesiana, de donde abrevaron los grupos emergidos de las iglesias. Una cualidad estilística fue la de llevar una alta carga del teatro barroco español. Primordialmente a partir de las enseñanzas de Don Bosco.
“El teatro en Don Bosco no tiene, en primer lugar, una pretensión artística, sino sobre todo una constante preocupación de carácter moral. Y una intuición original de Juan Bosco fue el carácter didáctico que debían tener las representaciones. Obras que se convertían en escuela, medio de enseñanza de los principios católicos a través de las puestas en escena. En el manifiesto del teatro, Don Bosco pone como primer objetivo el de alegrar, educar, instruir, a los jóvenes sobre todo moralmente.
La excesiva duración suele aburrir a los destinatarios, piensa Don Bosco, y convierte en obra de teatro aquello que sus jóvenes tenían que aprender. Entre las obras que se representan en el oratorio, por ejemplo, se encuentra diálogos destinados a explicar el sistema métrico decimal, que se estaba implantando en esos momentos.”[1]
Para los años cuarenta y la siguiente década se vio la necesidad de la academia. Se dieron los llamados teatros de bolsillo. Pequeños espacios en los sótanos, en las salas familiares. Fue el momento para Tufic Marón, Rea González, pero sobre todo para Diego Figueroa, Se abre la carrera de actuación. Años clave. Los cuales dieron pauta al nacimiento en la siguiente década del Teatro Experimental de Jalisco, el teatro Guadalajara del IMSS.
Había público para el teatro. La gente asistía. La profenalización de los espacios era un hecho. Había público, porque sin este, el teatro no existe.
[1] El Siglo XIX fue el siglo de Don Bosco, con ese “espíritu” de servicio a la comunidad propio del sacerdocio. La biblioteca salesiana mantuvo la misma consigna; llevar teatro a las comunidades aligerando la estructura, para de esta manera llevar una lección de moralidad. El problema radicó en sus seguidores del teatro de parroquia. Aligerar la carga para un público masivo.
José Ruiz Mercado
Dramaturgo, escritor, director, actor y docente.
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Autor de numerosos libros de poesía, teatro, narrativa y ensayo.
A pesar de las múltiples variables existentes en la historia del teatro local, en dónde nos encontramos con factores de encuentro y desencuentro, la escena en Guadalajara ha llegado a tener una cara. Dicho mejor, gracias a eso, podemos decir, hablar, de un estilo.
El correr del Siglo XX nos llevó a conocer voces, propuestas, directrices con matices diversos. Desde la ópera, la opereta, la zarzuela; ahí nos encontramos con la Compañía Mendoza López, y ya en los confines del Siglo, con las enseñanzas de Teresa Zambrano con su grupo de zarzuela de donde nacieron figuras de la escena vocal. Sus años en el magisterio (el CEDART José Clemente Orozco) fueron años de valiosa aportación.
No podemos olvidarnos de los grandes espacios operísticos de inicios del Siglo, en donde las compañías operísticas nacionales e internacionales se presentaron, y alguno de sus miembros hicieron su residencia, como fue el caso de Félix Bernardelli, quién fundó, una de las primeras academias de música y pintura, en la esquina de (hoy día) Juárez y Molina, en contra esquina de lo que fue el Teatro Principal.
Bernardelli fue violinista, formaba parte de la compañía familiar. En su academia, además de ser iniciante, formó a grandes de la plástica, tales como Rafael Ponce de León, originario de Tlaquepaque, Jalisco, un dibujante excelente, a quien se le conoce como el Toulouse Lautrec mexicano.
Esos grandes espacios luego se convirtieron en cines, luego en centros comerciales, otros en estacionamientos. Otros perdieron su esencia.
El teatro de revista tuvo un auge, primero con las carpas, las cuales estuvieron ubicadas a lo largo de la Calzada Independencia. Una de las más importantes, situada frente al parque Morelos.
Otro de los espacios importantes fue el Teatro ANDA, en la segunda mitad del Siglo. Ahí se escenificó, con Luis Gómez Beck, una versión de Los Agachados, de Rius.
Otra de las aportaciones fue el teatro hecho en los templos, en el periodo de los cuarenta. Iglesias como San Felipe de Jesús, La Purísima Concepción, San Martín, María Auxiliadora, todas en un radio aproximado de diez cuadras.
Otros, un poco más alejados, lo fueron, el de San Antonio, sin dejar de mencionar el templo de El Padre Galván en el barrio de El Retiro, por la zona del parque Morelos. De aquí surgieron personajes como Félix Vargas (+), José Luis Moreno (+), Gabriel Gutiérrez, José Leal (+) Jesús Hernández y, muchos otros.
La historia del teatro en Jalisco y, más concretamente en Guadalajara, tiene características propias. Mientras en la ciudad de México se agrupan en organizaciones para publicar, montar sus propias obras, en Guadalajara hacen adaptaciones, copias de las obras españolas, francesas, o los montajes del centro. Una costumbre que prevalece a la fecha.
Los únicos textos de teatro fueron, para aquellos años los de editorial Porrua, los clásicos con traducciones españolas o argentinas. Además de la biblioteca salesiana, de donde abrevaron los grupos emergidos de las iglesias. Una cualidad estilística fue la de llevar una alta carga del teatro barroco español. Primordialmente a partir de las enseñanzas de Don Bosco.
“El teatro en Don Bosco no tiene, en primer lugar, una pretensión artística, sino sobre todo una constante preocupación de carácter moral. Y una intuición original de Juan Bosco fue el carácter didáctico que debían tener las representaciones. Obras que se convertían en escuela, medio de enseñanza de los principios católicos a través de las puestas en escena. En el manifiesto del teatro, Don Bosco pone como primer objetivo el de alegrar, educar, instruir, a los jóvenes sobre todo moralmente.
La excesiva duración suele aburrir a los destinatarios, piensa Don Bosco, y convierte en obra de teatro aquello que sus jóvenes tenían que aprender. Entre las obras que se representan en el oratorio, por ejemplo, se encuentra diálogos destinados a explicar el sistema métrico decimal, que se estaba implantando en esos momentos.”[1]
Para los años cuarenta y la siguiente década se vio la necesidad de la academia. Se dieron los llamados teatros de bolsillo. Pequeños espacios en los sótanos, en las salas familiares. Fue el momento para Tufic Marón, Rea González, pero sobre todo para Diego Figueroa, Se abre la carrera de actuación. Años clave. Los cuales dieron pauta al nacimiento en la siguiente década del Teatro Experimental de Jalisco, el teatro Guadalajara del IMSS.
Había público para el teatro. La gente asistía. La profenalización de los espacios era un hecho. Había público, porque sin este, el teatro no existe.
[1] El Siglo XIX fue el siglo de Don Bosco, con ese “espíritu” de servicio a la comunidad propio del sacerdocio. La biblioteca salesiana mantuvo la misma consigna; llevar teatro a las comunidades aligerando la estructura, para de esta manera llevar una lección de moralidad. El problema radicó en sus seguidores del teatro de parroquia. Aligerar la carga para un público masivo.

Dramaturgo, escritor, director, actor y docente.
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Autor de numerosos libros de poesía, teatro, narrativa y ensayo.
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