Por José Ruiz Mercado.
Nadie puede hablar de lo que no vive. Creo que fue mi abuela quién me lo dijo en una ocasión. Los pastores –me dijo- hablan de su rebaño porque no entienden el caminar entre maizales.
Así era mi abuela. Comentaba, decía, luego callaba para aspirar sus faros. Mi abuela fue longeva. Eso la hizo aún más inteligente. Guardó en una caja de madera las fotos del abuelo, las de su padre, las de su madre. No por nostalgia, vivió muy bien su presente: las guardó para nosotros, sus nietos.
Decía, son la historia de la familia. Así sabrán siempre quienes son. Jamás olvidarán de dónde provienen. Luego continuaba, quizás alguna sea parte también de su vecino.
Y en ese quizás crecí. Con un dejo de historia, con la idea de un mañana con fundamento en quién me precede. A los años la caja se perdió, pero las frases de la abuela me permitieron ver el mundo diferente. La educación, la más importante, se da en casa.
Hoy, al escribir estas líneas, recuerdo a la abuela. Cuando ella murió, mi padre se encargó de seguir su ejemplo. Por las tardes abría esa caja de la abuela, nos comentaba a mi hermano y a mí, de esas fotos de la abuela. La misma historia pero con diferente versión.
Hoy, al escribir estas líneas, los recuerdo a los dos. Me parece escuchar su voz; nadie puede hablar de lo que no vive. Reviso papeles, releo libros. Me traen a la imaginación los momentos posibles de la vida de quienes escribieron lo leído por mí. Cada obra contiene un fragmento de vida.
Cuando Gabriel Barcenas escribe Una Vil Copia del Poder eran los tiempos de los dirigentes estudiantiles. Era su periodo de estudiante en la facultad de Ingeniería de la UdG. Años de recomposición social ¿Cuántas veces nos hemos estado recomponiendo? ¿Somos un país conflictuado?
Prefiero no pensarlo e ir a una de sus obras más logradas: La Vida es Así, un retrato de la familia media baja. El padre a punto de jubilarse, la posibilidad de vivir como nunca antes lo había hecho. Y ahí, entre las trampas de los números, la codicia como esperanza de una vida mejor, se deja atrapar. Ironía del sistema.
Gabriel en un momento fue considerado uno de los tres dramaturgos claves de la entidad. Se dijo, se pronunciaron a favor de su obra. Ganó premios y distinciones. No olvidemos el Premio de la revista Plural (hoy ya extinta) del grupo Excelsior: Música Maestro.
Dirigió una colección de textos (TEXDRA). Ahí se editó parte de la dramaturgia de Claudia Cecilia Alatorre, con su visión irónica, con su revisión al movimiento feminista.
Ahí está Gabriel con sus propuestas a la escena. Con sus aportaciones al proceso de la escena.
José Ruiz Mercado
Dramaturgo, escritor, director, actor y docente.
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Autor de numerosos libros de poesía, teatro, narrativa y ensayo.
Nadie puede hablar de lo que no vive. Creo que fue mi abuela quién me lo dijo en una ocasión. Los pastores –me dijo- hablan de su rebaño porque no entienden el caminar entre maizales.
Así era mi abuela. Comentaba, decía, luego callaba para aspirar sus faros. Mi abuela fue longeva. Eso la hizo aún más inteligente. Guardó en una caja de madera las fotos del abuelo, las de su padre, las de su madre. No por nostalgia, vivió muy bien su presente: las guardó para nosotros, sus nietos.
Decía, son la historia de la familia. Así sabrán siempre quienes son. Jamás olvidarán de dónde provienen. Luego continuaba, quizás alguna sea parte también de su vecino.
Y en ese quizás crecí. Con un dejo de historia, con la idea de un mañana con fundamento en quién me precede. A los años la caja se perdió, pero las frases de la abuela me permitieron ver el mundo diferente. La educación, la más importante, se da en casa.
Hoy, al escribir estas líneas, recuerdo a la abuela. Cuando ella murió, mi padre se encargó de seguir su ejemplo. Por las tardes abría esa caja de la abuela, nos comentaba a mi hermano y a mí, de esas fotos de la abuela. La misma historia pero con diferente versión.
Hoy, al escribir estas líneas, los recuerdo a los dos. Me parece escuchar su voz; nadie puede hablar de lo que no vive. Reviso papeles, releo libros. Me traen a la imaginación los momentos posibles de la vida de quienes escribieron lo leído por mí. Cada obra contiene un fragmento de vida.
Cuando Gabriel Barcenas escribe Una Vil Copia del Poder eran los tiempos de los dirigentes estudiantiles. Era su periodo de estudiante en la facultad de Ingeniería de la UdG. Años de recomposición social ¿Cuántas veces nos hemos estado recomponiendo? ¿Somos un país conflictuado?
Prefiero no pensarlo e ir a una de sus obras más logradas: La Vida es Así, un retrato de la familia media baja. El padre a punto de jubilarse, la posibilidad de vivir como nunca antes lo había hecho. Y ahí, entre las trampas de los números, la codicia como esperanza de una vida mejor, se deja atrapar. Ironía del sistema.
Gabriel en un momento fue considerado uno de los tres dramaturgos claves de la entidad. Se dijo, se pronunciaron a favor de su obra. Ganó premios y distinciones. No olvidemos el Premio de la revista Plural (hoy ya extinta) del grupo Excelsior: Música Maestro.
Dirigió una colección de textos (TEXDRA). Ahí se editó parte de la dramaturgia de Claudia Cecilia Alatorre, con su visión irónica, con su revisión al movimiento feminista.
Ahí está Gabriel con sus propuestas a la escena. Con sus aportaciones al proceso de la escena.

Dramaturgo, escritor, director, actor y docente.
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Autor de numerosos libros de poesía, teatro, narrativa y ensayo.
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