Por José Ruiz Mercado.
La recompensa más grande para un crítico, sin duda alguna, es la de generar interrogantes. Curiosidad. Y si además gusta, ya saltó las expectativas. Lo peor para un crítico es cuando se asemeja a una nota del face: Me gusta. Así, nada más, sin generar sospechas.
Su trabajo está orientado a ser un documento para los estudiosos especializados, siendo éste un especialista. Como tal, sus gustos personales, los cuales son muchos, deben esperar para lograr una crítica objetiva.
El problema se vuelve mayor cuando el crítico también es un creativo. Aclaro, el trabajo del crítico mantiene una metodología diferente a la del creativo. Luego entonces, debe dividir el método de su trabajo en dos áreas. Aún así, su labor no deja de ser creativa, pertenece a un género literario: El Ensayo.
En la historia del teatro mexicano pocos son los ensayistas con ésta doble función, pero aún menos quienes tienen la fortuna de ser reconocidos y, aún menos a quienes su obra ha pasado por un analista inteligente.
Ya se volvió un lugar común el replantearse la necesidad del investigador agudo, quien hace un estudio a fondo, encontrando las raíces y los aciertos de cada obra. La ausencia. El periodismo cultural tiene ésta falla. Adolece de propuestas, se queda en lo anecdótico, en la nota informativa. Esto provoca el alejamiento al teatro.
Otro factor es la negación del autor cuando tiene un cargo público. Cuando recibe un reconocimiento a su trabajo ¿Cuántos autores han caído en la ausencia por esto?
De existir un estudio a fondo por la obra, se crearía un movimiento teatral. Una necesidad por parte del público para ver, compartir la experiencia escénica.
José Ruiz Mercado
Dramaturgo, escritor, director, actor y docente.
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Autor de numerosos libros de poesía, teatro, narrativa y ensayo.
La recompensa más grande para un crítico, sin duda alguna, es la de generar interrogantes. Curiosidad. Y si además gusta, ya saltó las expectativas. Lo peor para un crítico es cuando se asemeja a una nota del face: Me gusta. Así, nada más, sin generar sospechas.
Su trabajo está orientado a ser un documento para los estudiosos especializados, siendo éste un especialista. Como tal, sus gustos personales, los cuales son muchos, deben esperar para lograr una crítica objetiva.
El problema se vuelve mayor cuando el crítico también es un creativo. Aclaro, el trabajo del crítico mantiene una metodología diferente a la del creativo. Luego entonces, debe dividir el método de su trabajo en dos áreas. Aún así, su labor no deja de ser creativa, pertenece a un género literario: El Ensayo.
En la historia del teatro mexicano pocos son los ensayistas con ésta doble función, pero aún menos quienes tienen la fortuna de ser reconocidos y, aún menos a quienes su obra ha pasado por un analista inteligente.
Ya se volvió un lugar común el replantearse la necesidad del investigador agudo, quien hace un estudio a fondo, encontrando las raíces y los aciertos de cada obra. La ausencia. El periodismo cultural tiene ésta falla. Adolece de propuestas, se queda en lo anecdótico, en la nota informativa. Esto provoca el alejamiento al teatro.
Otro factor es la negación del autor cuando tiene un cargo público. Cuando recibe un reconocimiento a su trabajo ¿Cuántos autores han caído en la ausencia por esto?
De existir un estudio a fondo por la obra, se crearía un movimiento teatral. Una necesidad por parte del público para ver, compartir la experiencia escénica.

Dramaturgo, escritor, director, actor y docente.
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Autor de numerosos libros de poesía, teatro, narrativa y ensayo.
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