Por José Ruiz Mercado.
¿Qué es la memoria histórica? ¿Cuál es la importancia de estudiar la historia? En una palabra ¿La historia para qué? Vayámonos más a fondo ¿Qué entendemos por historia? Problema agudo, ya que, a partir de la respuesta nos viene otra interrogante ¿Cuál es la función del historiador en contraste con el historiógrafo?
Tenemos una mitología social, generada por las circunstancias, Se dice que es un elemento clave para la unidad nacional. Esa visión del mundo tan particular de donde abreva tanto la religión como la ideología política. Tarea para el sociólogo.
En la historia de las ideologías, tanto los factores económicos, como los políticos entran en juego. En la religión como en el arte, las propuestas simbólicas mantienen una correspondencia. Cada una funciona con diferente condición.
La filosofía juega un papel importante en este estudio. Para conocernos a nosotros mismos, primero debemos conocer la historia. La llamada inteligencia humana no es otra cosa que un instinto asociativo con mayor sofisticación al animal. Luego entonces, la conciencia histórica es lo único que nos diferencia de los animales; aspecto subjetivo entre lo colectivo y lo individual.
Aquí entra la tarea del arte. Cómo concebimos a este, cómo nos vemos ante la colectividad, lo ideológico, la visión de clase ¿Ornamento? ¿Pasatiempo? ¿Terapia ocupacional? ¿Lo novedoso? El arte ¿para qué?
Los momentos más críticos de la sociedad han dado los movimientos, los cuales, en un instante, parecieran ser contestatarios, al grado de negar al arte mismo, para, enseguida, convertirse en dóciles muestras de la problemática social.
El historiador analiza, el historiógrafo las ubica en su tiempo, hace un recuento para generar un documento especializado. El esteta estudia los estilos. Aquí viene la diferencia entre las corrientes del idealismo y el materialismo; la primera nos dice del universalismo fundamentado en un euro centrismo judeo cristiano. El “buen gusto” de lo bien hecho, lo que algunos teóricos afirman como la obra bien hecha como la obra ideal, otros niegan este concepto para comentar acerca de la “obra muerta”.
El materialismo, en cambio, va a la estructura étnica, socio política, y por supuesto a los factores históricos, nada se da por la casualidad, todo tiene un por qué; y es en este a los análisis de lo individual y lo colectivo. Es decir, lo objetivo y lo subjetivo. Estas fueron las aportaciones más importantes del Siglo XIX, el surgimiento de las escuelas: clásica y romántica.
Ya desde el Siglo XVIII se venía gestando; gracias a ello nace Goethe y Beethoven. Gracias a ello se da la corriente nacionalista. Gracias a esa discusión aparecen las teorías de Nietzsche y Wagner.
Nada más recordemos las piezas para piano de Nietzsche y, ese excelente libro teórico escrito por Wagner: Hacia un Teatro del Futuro. Sin olvidarnos, por supuesto, de las dos corrientes de la ópera: el verismo y lo wagneriano.
Después vienen, ya en los inicios del XX, las corrientes del idealismo materialista, y el materialismo idealista, para continuar con el mecanicismo y el estructuralismo (positivista y el marxista), con este, la lingüística con todas sus aportaciones y un gran avance para el teatro. Las palabras tienen una carga simbólica, conocerlas, para el actor, se convierten en una herramienta para encontrar la textualidad y la intertextualidad, y así, darle una vida en la híper realidad al personaje.
Porque los tiempos están cambiando. Llegan los años de la supuesta pasividad, tiempos de cambio; se cuestiona el marxismo con todas sus propuestas, para surgir el pos modernismo. Unos años antes ya se hablaba de la globalidad; uno de los conceptos actuales menos socorridos por su falla en su comprensión teórica.
Tenemos aquí el surgimiento de la sociedad del conocimiento. En ella nos encontramos con la globalización. De nuevo las ideologías y los conceptos imperantes. El problema entonces no es la imposición, sino la educación.
La sociedad del conocimiento radica en la cooperación entre los diversos conocedores temáticos; su utilización está en manos de los usuarios. Si desconozco donde buscar, jamás me entero. Problema escolar. Mientras no se enseñe a cuestionar, a la investigación, el conflicto va a continuar.
José Ruiz Mercado
Dramaturgo, escritor, director, actor y docente.
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Autor de numerosos libros de poesía, teatro, narrativa y ensayo.
¿Qué es la memoria histórica? ¿Cuál es la importancia de estudiar la historia? En una palabra ¿La historia para qué? Vayámonos más a fondo ¿Qué entendemos por historia? Problema agudo, ya que, a partir de la respuesta nos viene otra interrogante ¿Cuál es la función del historiador en contraste con el historiógrafo?
Tenemos una mitología social, generada por las circunstancias, Se dice que es un elemento clave para la unidad nacional. Esa visión del mundo tan particular de donde abreva tanto la religión como la ideología política. Tarea para el sociólogo.
En la historia de las ideologías, tanto los factores económicos, como los políticos entran en juego. En la religión como en el arte, las propuestas simbólicas mantienen una correspondencia. Cada una funciona con diferente condición.
La filosofía juega un papel importante en este estudio. Para conocernos a nosotros mismos, primero debemos conocer la historia. La llamada inteligencia humana no es otra cosa que un instinto asociativo con mayor sofisticación al animal. Luego entonces, la conciencia histórica es lo único que nos diferencia de los animales; aspecto subjetivo entre lo colectivo y lo individual.
Aquí entra la tarea del arte. Cómo concebimos a este, cómo nos vemos ante la colectividad, lo ideológico, la visión de clase ¿Ornamento? ¿Pasatiempo? ¿Terapia ocupacional? ¿Lo novedoso? El arte ¿para qué?
Los momentos más críticos de la sociedad han dado los movimientos, los cuales, en un instante, parecieran ser contestatarios, al grado de negar al arte mismo, para, enseguida, convertirse en dóciles muestras de la problemática social.
El historiador analiza, el historiógrafo las ubica en su tiempo, hace un recuento para generar un documento especializado. El esteta estudia los estilos. Aquí viene la diferencia entre las corrientes del idealismo y el materialismo; la primera nos dice del universalismo fundamentado en un euro centrismo judeo cristiano. El “buen gusto” de lo bien hecho, lo que algunos teóricos afirman como la obra bien hecha como la obra ideal, otros niegan este concepto para comentar acerca de la “obra muerta”.
El materialismo, en cambio, va a la estructura étnica, socio política, y por supuesto a los factores históricos, nada se da por la casualidad, todo tiene un por qué; y es en este a los análisis de lo individual y lo colectivo. Es decir, lo objetivo y lo subjetivo. Estas fueron las aportaciones más importantes del Siglo XIX, el surgimiento de las escuelas: clásica y romántica.
Ya desde el Siglo XVIII se venía gestando; gracias a ello nace Goethe y Beethoven. Gracias a ello se da la corriente nacionalista. Gracias a esa discusión aparecen las teorías de Nietzsche y Wagner.
Nada más recordemos las piezas para piano de Nietzsche y, ese excelente libro teórico escrito por Wagner: Hacia un Teatro del Futuro. Sin olvidarnos, por supuesto, de las dos corrientes de la ópera: el verismo y lo wagneriano.
Después vienen, ya en los inicios del XX, las corrientes del idealismo materialista, y el materialismo idealista, para continuar con el mecanicismo y el estructuralismo (positivista y el marxista), con este, la lingüística con todas sus aportaciones y un gran avance para el teatro. Las palabras tienen una carga simbólica, conocerlas, para el actor, se convierten en una herramienta para encontrar la textualidad y la intertextualidad, y así, darle una vida en la híper realidad al personaje.
Porque los tiempos están cambiando. Llegan los años de la supuesta pasividad, tiempos de cambio; se cuestiona el marxismo con todas sus propuestas, para surgir el pos modernismo. Unos años antes ya se hablaba de la globalidad; uno de los conceptos actuales menos socorridos por su falla en su comprensión teórica.
Tenemos aquí el surgimiento de la sociedad del conocimiento. En ella nos encontramos con la globalización. De nuevo las ideologías y los conceptos imperantes. El problema entonces no es la imposición, sino la educación.
La sociedad del conocimiento radica en la cooperación entre los diversos conocedores temáticos; su utilización está en manos de los usuarios. Si desconozco donde buscar, jamás me entero. Problema escolar. Mientras no se enseñe a cuestionar, a la investigación, el conflicto va a continuar.

Dramaturgo, escritor, director, actor y docente.
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Autor de numerosos libros de poesía, teatro, narrativa y ensayo.
Teatralidades les desea
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