Por José Ruiz Mercado.
Las dictaduras benefician a un sector de la sociedad poco inteligente, se cierran al mundo provocando un estancamiento de las conciencias. Esto no ha sido privativo de una región, o un país, sino de todas las dictaduras.
El estancamiento en el terreno de las ideas da pauta a una estructura en el arte decadentista, la cual se aferra al ejercicio de una élite fundamentada el buen gusto, a la copia de lo acontecido en las grandes urbes.
Esto aconteció en el México decimonónico, en la España Franquista, tan sólo para dar un ejemplo. Los grupos contestarios ejercen un grupo de presión del cual pocas veces se ven favorecidos. Nadie gana.
Son momentos de crisis histórica en dónde el producto se convierte en un caos, o pretende legitimar al grupo en el poder. La hegemonía contra la subalternidad. Cuando se desligan de las ataduras, llega el niño terrible, digámoslo elegantemente, la adolescencia del arte.
Quienes participan de esta adolescencia, son aquellos incomprendidos en su momento, y revalorados a la posteridad. Ramón María del Valle Inclán es un ejemplo. La crisis entre la monarquía y la República, lucha con la cual el ejército pretendió tomar las riendas, dieron pauta a dos grandes movimientos; en el teatro la teoría del esperpento; en la novela, la temática del dictador.
Valle Inclán fue revalorado hasta los años sesenta y setenta, con el llamado Boom Latinoamericano. En el teatro poco después. Juan Ramón Enríquez Alcazar, actualmente radicado en Yucatán, Mérida, continúa con la riqueza del esperpento.
El 2010, Paso de Gato, le edita Guerrero en mi Estudio, obra en el más estricto alejamiento brechtiano, el psicoanálisis, y por supuesto, esa visión esperpéntica en donde las imágenes nos remiten al interior del alma.
Tuvieron que pasar muchos descubrimientos (el cine, el psicoanálisis, la etnología, las aportaciones de Artaud) para entender la obra de Valle Inclán. La aportación de Juan Ramón es la realidad virtual; la computadora (dicho en buen español castizo: el ordenador electrónico.)
El Siglo XX nació en los momentos de convulsión más álgidos. Pero si nos vamos a la teoría de las posibilidades, los finales y principios de siglo son de cambios, un ciclo pareciera cerrarse para abrirse otro; la espiral dialéctica hegeliana.
La recomposición social, fruto del movimiento armado de 1910 en México, provocó una lucha encarnizada por el poder, una desestabilización económica por el exceso de emisión de moneda circulante de la cual no hemos salido, pero, además, un movimiento artístico, en donde la urbe se convirtió en la Musa Fea de la vanguardia. En donde la desolación se volvió leyenda, y la leyenda creció en el Café de Nadie.
Los Estridentistas fueron ese movimiento, necesario por contestario, necesario por irreverente, futurista, dadaísta, amante de la tradición. Viva el mole de Guajolote, pero también, crítico de la política criollista, la cual, lo mismo que la economía, continuamos sufriendo.
Manuel Maples Arce escribe una obra en donde, en un día de muertos, La Calavera le muestra los dientes a Hamlet. Y en la más completa de las irreverencias, le demuestra el cómo, la vida es una espiral más que un cuestionamiento existencial.
Los Contemporáneos abrevaron de las aguas de los Estridentistas; y Salvador Novo lo entendió a la perfección en esos diálogos históricos. Tan sólo recordemos el famoso diálogo de Carlota con la Malinche.
El Café de Nadie y el Teatro Ulises mantienen una similitud por su paraíso perdido en la jungla urbana. Por su saludo al Cine Mudo, por su enlace con la fuga bachiana, con el jazz.
Gabilondo Soler (Cri Cri) y Agustín Lara, con sus estructuras jazzísticas, se antoja verlos discutir acerca de La Muñeca Fea bajo un Farolito, bebiendo un café, dispuestos a asistir al Ulises; quizás no, pero la imagen visual y auditiva es cautivadora.
Cambios de siglo. Estamos en él. La espiral dialéctica. La posibilidad del cambio por si alguien se atreve. Por si alguien se atreve, pero, para eso hay que saber dónde se pisa.
José Ruiz Mercado
Dramaturgo, escritor, director, actor y docente.
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Autor de numerosos libros de poesía, teatro, narrativa y ensayo.
Las dictaduras benefician a un sector de la sociedad poco inteligente, se cierran al mundo provocando un estancamiento de las conciencias. Esto no ha sido privativo de una región, o un país, sino de todas las dictaduras.
El estancamiento en el terreno de las ideas da pauta a una estructura en el arte decadentista, la cual se aferra al ejercicio de una élite fundamentada el buen gusto, a la copia de lo acontecido en las grandes urbes.
Esto aconteció en el México decimonónico, en la España Franquista, tan sólo para dar un ejemplo. Los grupos contestarios ejercen un grupo de presión del cual pocas veces se ven favorecidos. Nadie gana.
Son momentos de crisis histórica en dónde el producto se convierte en un caos, o pretende legitimar al grupo en el poder. La hegemonía contra la subalternidad. Cuando se desligan de las ataduras, llega el niño terrible, digámoslo elegantemente, la adolescencia del arte.
Quienes participan de esta adolescencia, son aquellos incomprendidos en su momento, y revalorados a la posteridad. Ramón María del Valle Inclán es un ejemplo. La crisis entre la monarquía y la República, lucha con la cual el ejército pretendió tomar las riendas, dieron pauta a dos grandes movimientos; en el teatro la teoría del esperpento; en la novela, la temática del dictador.
Valle Inclán fue revalorado hasta los años sesenta y setenta, con el llamado Boom Latinoamericano. En el teatro poco después. Juan Ramón Enríquez Alcazar, actualmente radicado en Yucatán, Mérida, continúa con la riqueza del esperpento.
El 2010, Paso de Gato, le edita Guerrero en mi Estudio, obra en el más estricto alejamiento brechtiano, el psicoanálisis, y por supuesto, esa visión esperpéntica en donde las imágenes nos remiten al interior del alma.
Tuvieron que pasar muchos descubrimientos (el cine, el psicoanálisis, la etnología, las aportaciones de Artaud) para entender la obra de Valle Inclán. La aportación de Juan Ramón es la realidad virtual; la computadora (dicho en buen español castizo: el ordenador electrónico.)
El Siglo XX nació en los momentos de convulsión más álgidos. Pero si nos vamos a la teoría de las posibilidades, los finales y principios de siglo son de cambios, un ciclo pareciera cerrarse para abrirse otro; la espiral dialéctica hegeliana.
La recomposición social, fruto del movimiento armado de 1910 en México, provocó una lucha encarnizada por el poder, una desestabilización económica por el exceso de emisión de moneda circulante de la cual no hemos salido, pero, además, un movimiento artístico, en donde la urbe se convirtió en la Musa Fea de la vanguardia. En donde la desolación se volvió leyenda, y la leyenda creció en el Café de Nadie.
Los Estridentistas fueron ese movimiento, necesario por contestario, necesario por irreverente, futurista, dadaísta, amante de la tradición. Viva el mole de Guajolote, pero también, crítico de la política criollista, la cual, lo mismo que la economía, continuamos sufriendo.
Manuel Maples Arce escribe una obra en donde, en un día de muertos, La Calavera le muestra los dientes a Hamlet. Y en la más completa de las irreverencias, le demuestra el cómo, la vida es una espiral más que un cuestionamiento existencial.
Los Contemporáneos abrevaron de las aguas de los Estridentistas; y Salvador Novo lo entendió a la perfección en esos diálogos históricos. Tan sólo recordemos el famoso diálogo de Carlota con la Malinche.
El Café de Nadie y el Teatro Ulises mantienen una similitud por su paraíso perdido en la jungla urbana. Por su saludo al Cine Mudo, por su enlace con la fuga bachiana, con el jazz.
Gabilondo Soler (Cri Cri) y Agustín Lara, con sus estructuras jazzísticas, se antoja verlos discutir acerca de La Muñeca Fea bajo un Farolito, bebiendo un café, dispuestos a asistir al Ulises; quizás no, pero la imagen visual y auditiva es cautivadora.
Cambios de siglo. Estamos en él. La espiral dialéctica. La posibilidad del cambio por si alguien se atreve. Por si alguien se atreve, pero, para eso hay que saber dónde se pisa.

Dramaturgo, escritor, director, actor y docente.
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Autor de numerosos libros de poesía, teatro, narrativa y ensayo.
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