Por José Ruiz Mercado
Nada se da aislado. Todo tiene un antecedente. El Siglo XX nace en medio de la crisis. Los movimientos sociales generan una serie de cambios a nivel social y, con ellos, la visión del mundo se trasforma. Consecuencia; el arte también.
El descontento social trae como consecuencia dos grandes movimientos; la Revolución Rusa y la Mexicana. Ya desde el siglo anterior, en Europa, se desmoronan los grandes imperios. Bonaparte hace su guerra. Francia sube y hace caer al gran Imperio Español. Cae la Santa Inquisición y los perseguidos políticos intentan retomar su rumbo.
América se independiza y busca su rumbo. El Siglo XIX es de cambios. Nace el Romanticismo; el rompimiento con lo clásico. Por primera vez se habla de lo social en el arte. Lo sublime, lo estático, la regla, lo universal se deja atrás como un rescoldo del pasado. Nacen así dos escuelas, contrapuestas una a la otra: El Clasicismo y el Romanticismo.
Beethoven, Goethe, entre otros, se encuentran entre las dos escuelas. Parte de su obra es clásica, la otra romántica. Aparece el realismo. Todas las obras nacen de su momento histórico como consecuencia social. Lo universal en el arte es cuestionado y aparecen los nacionalismos.
Goya deja las majas para realizar sus caprichos de la guerra. La Independencia del último reducto en América se lleva a cabo: La Independencia de Cuba; José Martí se vuelve héroe nacional. Y nace la generación del 98 en España.
Machado, Ramón María del Valle Inclán. Éste último con su teoría del esperpento. Con la retoma de Goya en sus personajes. Con el principio de un estilo característico: el expresionismo.
Una cualidad de este es el contraste violento, especialmente entre lo doloroso y lo grotesco. La técnica del esperpento se caracteriza por un extraordinario dinamismo, propio del cine: vemos a los personajes continuamente en movimiento formando retablos de gran expresividad.
En los esperpentos, los gestos son desacompasados, carentes de armonía, las criaturas descomponen la figura estas actitudes se han relacionado con el cine mudo, recordemos lo propuesto por Antonin Artaud, en su visión acerca del teatro de la crueldad.
Igualmente imágenes cuya percepción puede sólo concebirse de manera visual, a modo de primeros planos: sonrisas, miradas, guiños, gestos, movimientos corporales que reproducen las intenciones del alma, en una estructura sincopada. Y nace el jazz, se retoma a Juan Sebastián Bach en las fugas, en un manejo matemático.
El expresionismo tuvo una importancia fundamental en la estética de fin de siglo. Valle Inclán difumina la realidad ofreciéndonos una serie de rasgos que, más que describirla en detalle, la sugieren. Sólo apunta aquello que impresiona más vivamente su sensibilidad. El resultado es un estilo ágil, en el que predominan las frases simples, la concisión, simplifica las estructuras
gramaticales en un estilo sincopado de frases yuxtapuestas y coordinadas, abundan las construcciones nominales, en aras de la economía lingüística utiliza a modo de breves incisos explicativos, aposiciones, participios absolutos, gerundios.
Luego vendrá el surrealismo, y la generación del 27 español, y Federico García Lorca, y Rafael Alberti, y de nuevo la utilización del hipérbato, el reconocimiento al barroco, el renacer de Luis de Góngora y Argote.
El siglo XX trajo otra manera de ver el arte. Pero también la reticencia al cambio. Una lucha férrea, radical. Ideológica, pero también, los cambios en la mirada a lo social. Cambios tan fuertes que aún no se digieren, tanto así, como que nos falta contemplarnos en el XXI.
José Ruiz Mercado
Dramaturgo, escritor, director, actor y docente.
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Autor de numerosos libros de poesía, teatro, narrativa y ensayo.
Nada se da aislado. Todo tiene un antecedente. El Siglo XX nace en medio de la crisis. Los movimientos sociales generan una serie de cambios a nivel social y, con ellos, la visión del mundo se trasforma. Consecuencia; el arte también.
El descontento social trae como consecuencia dos grandes movimientos; la Revolución Rusa y la Mexicana. Ya desde el siglo anterior, en Europa, se desmoronan los grandes imperios. Bonaparte hace su guerra. Francia sube y hace caer al gran Imperio Español. Cae la Santa Inquisición y los perseguidos políticos intentan retomar su rumbo.
América se independiza y busca su rumbo. El Siglo XIX es de cambios. Nace el Romanticismo; el rompimiento con lo clásico. Por primera vez se habla de lo social en el arte. Lo sublime, lo estático, la regla, lo universal se deja atrás como un rescoldo del pasado. Nacen así dos escuelas, contrapuestas una a la otra: El Clasicismo y el Romanticismo.
Beethoven, Goethe, entre otros, se encuentran entre las dos escuelas. Parte de su obra es clásica, la otra romántica. Aparece el realismo. Todas las obras nacen de su momento histórico como consecuencia social. Lo universal en el arte es cuestionado y aparecen los nacionalismos.
Goya deja las majas para realizar sus caprichos de la guerra. La Independencia del último reducto en América se lleva a cabo: La Independencia de Cuba; José Martí se vuelve héroe nacional. Y nace la generación del 98 en España.
Machado, Ramón María del Valle Inclán. Éste último con su teoría del esperpento. Con la retoma de Goya en sus personajes. Con el principio de un estilo característico: el expresionismo.
Una cualidad de este es el contraste violento, especialmente entre lo doloroso y lo grotesco. La técnica del esperpento se caracteriza por un extraordinario dinamismo, propio del cine: vemos a los personajes continuamente en movimiento formando retablos de gran expresividad.
En los esperpentos, los gestos son desacompasados, carentes de armonía, las criaturas descomponen la figura estas actitudes se han relacionado con el cine mudo, recordemos lo propuesto por Antonin Artaud, en su visión acerca del teatro de la crueldad.
Igualmente imágenes cuya percepción puede sólo concebirse de manera visual, a modo de primeros planos: sonrisas, miradas, guiños, gestos, movimientos corporales que reproducen las intenciones del alma, en una estructura sincopada. Y nace el jazz, se retoma a Juan Sebastián Bach en las fugas, en un manejo matemático.
El expresionismo tuvo una importancia fundamental en la estética de fin de siglo. Valle Inclán difumina la realidad ofreciéndonos una serie de rasgos que, más que describirla en detalle, la sugieren. Sólo apunta aquello que impresiona más vivamente su sensibilidad. El resultado es un estilo ágil, en el que predominan las frases simples, la concisión, simplifica las estructuras
gramaticales en un estilo sincopado de frases yuxtapuestas y coordinadas, abundan las construcciones nominales, en aras de la economía lingüística utiliza a modo de breves incisos explicativos, aposiciones, participios absolutos, gerundios.
Luego vendrá el surrealismo, y la generación del 27 español, y Federico García Lorca, y Rafael Alberti, y de nuevo la utilización del hipérbato, el reconocimiento al barroco, el renacer de Luis de Góngora y Argote.
El siglo XX trajo otra manera de ver el arte. Pero también la reticencia al cambio. Una lucha férrea, radical. Ideológica, pero también, los cambios en la mirada a lo social. Cambios tan fuertes que aún no se digieren, tanto así, como que nos falta contemplarnos en el XXI.

Dramaturgo, escritor, director, actor y docente.
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Autor de numerosos libros de poesía, teatro, narrativa y ensayo.
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