Por José Ruiz Mercado
Cuántos caminos, cuántas diferencias y similitudes para llegar al corazón del hecho escénico ¿Cuántas puertas? Por lo menos ¿Cuántas ventanas están por abrirse y las desconocemos por ausencia de lecturas? El secreto de la educación está en la búsqueda.
Y es en la búsqueda que empecé a entender eso de las lecturas. Allan Lewis escribió en el libro ya comentado con anterioridad: El teatro siempre pertenece a la época que lo engendra, es necesario reconstruirlo.
El teatro, por lo tanto (valga el símil) es un espacio arquitectónico. Cuando un edificio con valor histórico cae en manos de un ingeniero civil va a terminar en un bodrio, bonito para muchos, pero, sin un valor estético, digamos, va a ser funcional, pero jamás tendrá la cualidad merecida.
Cuando la reconstrucción la realiza un arquitecto contiene su valor estético, histórico, con esto le da un valor al entorno; la identidad socio-histórica a quines lo habitan, tanto como a al paisaje urbano.
Llevar a la escena una obra requiere de una alta sensibilidad estética, como a un conocimiento político social de la época, sea la actual, o la pasada, no es en exclusiva la técnica, sino el método.
Cuando nuestra educación escolar ha sido idealista, nos quedamos en la técnica, en ocasiones ésta nos lleva al dogmatismo, una actitud cultista, la cual, por las mismas características educativas, al euro centrismo y, éste, se rebela como una cultura judeo-cristiana.
No es momento de comentar las características ideológicas de esta cultura, por lo tanto, dejémoslo para otro momento y, pasemos a lo otro, a la visión del materialismo, el cual, nos permite hacer un análisis socio-histórico, el cual da como consecuencia, revisar el sistema económico de la época.
Shakespeare no hubiera sido posible sin la pugna expansionista de la Inglaterra que lo vio crecer. La mera técnica nos lleva al anecdotario; el método nos lleva a revisar su impacto actual.
Aún así, un método sin técnica nos lleva a un callejón sin salida. Necesitamos de ambos, en una exposición dialéctica para comprender el análisis del público, lo que los mercadologos llaman el impacto social del producto y, lo que, nosotros los idealistas, nos da tanto miedo reconocer.
El teatro, nos dice Lewis en el libro citado, es la existencia emocional, psicológica, espiritual y física del individuo y su medio ambiente inmediato, y unas líneas antes: El desarrollo de la sociedad, de la política o la economía está registrado en los textos de historia. La historia humana es registrada en el teatro.
Allan Lewis escribió este libro en 1954. Dio clases en la UNAM por ese tiempo, expulsado de México por lo mismo que fue expulsado de su país natal. Los problemas de la dependencia.
José Ruiz Mercado
Dramaturgo, escritor, director, actor y docente.
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Autor de numerosos libros de poesía, teatro, narrativa y ensayo.
Cuántos caminos, cuántas diferencias y similitudes para llegar al corazón del hecho escénico ¿Cuántas puertas? Por lo menos ¿Cuántas ventanas están por abrirse y las desconocemos por ausencia de lecturas? El secreto de la educación está en la búsqueda.
Y es en la búsqueda que empecé a entender eso de las lecturas. Allan Lewis escribió en el libro ya comentado con anterioridad: El teatro siempre pertenece a la época que lo engendra, es necesario reconstruirlo.
El teatro, por lo tanto (valga el símil) es un espacio arquitectónico. Cuando un edificio con valor histórico cae en manos de un ingeniero civil va a terminar en un bodrio, bonito para muchos, pero, sin un valor estético, digamos, va a ser funcional, pero jamás tendrá la cualidad merecida.
Cuando la reconstrucción la realiza un arquitecto contiene su valor estético, histórico, con esto le da un valor al entorno; la identidad socio-histórica a quines lo habitan, tanto como a al paisaje urbano.
Llevar a la escena una obra requiere de una alta sensibilidad estética, como a un conocimiento político social de la época, sea la actual, o la pasada, no es en exclusiva la técnica, sino el método.
Cuando nuestra educación escolar ha sido idealista, nos quedamos en la técnica, en ocasiones ésta nos lleva al dogmatismo, una actitud cultista, la cual, por las mismas características educativas, al euro centrismo y, éste, se rebela como una cultura judeo-cristiana.
No es momento de comentar las características ideológicas de esta cultura, por lo tanto, dejémoslo para otro momento y, pasemos a lo otro, a la visión del materialismo, el cual, nos permite hacer un análisis socio-histórico, el cual da como consecuencia, revisar el sistema económico de la época.
Shakespeare no hubiera sido posible sin la pugna expansionista de la Inglaterra que lo vio crecer. La mera técnica nos lleva al anecdotario; el método nos lleva a revisar su impacto actual.
Aún así, un método sin técnica nos lleva a un callejón sin salida. Necesitamos de ambos, en una exposición dialéctica para comprender el análisis del público, lo que los mercadologos llaman el impacto social del producto y, lo que, nosotros los idealistas, nos da tanto miedo reconocer.
El teatro, nos dice Lewis en el libro citado, es la existencia emocional, psicológica, espiritual y física del individuo y su medio ambiente inmediato, y unas líneas antes: El desarrollo de la sociedad, de la política o la economía está registrado en los textos de historia. La historia humana es registrada en el teatro.
Allan Lewis escribió este libro en 1954. Dio clases en la UNAM por ese tiempo, expulsado de México por lo mismo que fue expulsado de su país natal. Los problemas de la dependencia.

Dramaturgo, escritor, director, actor y docente.
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Autor de numerosos libros de poesía, teatro, narrativa y ensayo.
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